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Informalidad informática

Fecha Publicación: 04/01/2019 - 21:20
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¿Cuántas veces hemos oído hablar sobre “trabajar desde casa”? Seguramente que muchas. Desde que apareció internet, oímos de personas que trabajan desde prácticamente cualquier lugar. Mientras que tengamos acceso a internet, y seamos medianamente duchos en el uso de herramientas informáticas, podremos trabajar casi donde queramos. De hecho, estoy escribiendo este artículo sentado en el lobby de un hospital. Así que “voila”, ¡ahí está la prueba real!

Ahora, la informalidad laboral en nuestro país es algo muy preocupante y real ya que más del 70 % (¡sí, 70 %!) de nuestros trabajadores no cuentan con un contrato laboral. Pregunta: ¿qué pasa con los trabajadores desde casa? ¿Son considerados formales o informales? ¿Son parte de la estadística laboral?

Las estadísticas sobre la informalidad nos indican que somos un país donde la informalidad está enfrascada en la sociedad y sobre todo en las grandes ciudades. Más de ocho millones de peruanos trabajan “informalmente” y el número va creciendo. El grupo de edad donde más crece es entre los jóvenes, siendo que el único grupo donde mejora la formalidad es a partir de los 45 años.

La pregunta que me hago y que pongo sobre la mesa es si la supuesta informalidad -e inclusive el supuesto crecimiento reciente de la misma– no tendrá relación con “trabajar desde casa”. A mí me hace sentido. Los jóvenes de hoy, y sobre todo en nuestro país, son emprendedores y difícilmente van a enfrascarse dentro de una empresa tradicional que les exija un horario de 9 a 5 y un lugar de trabajo fijo. Eso se ha vuelto obsoleto. En su afán por aprovechar el internet los jóvenes de hoy están dispuestos a trabajar desde cualquier lugar e inclusive a renunciar a los beneficios laborales que un trabajo tradicional les brinda. Y es solo lógico que eso termine pasando factura a la sociedad ya que se recaudará menos impuestos, se aportará menos a la salud y a las jubilaciones y la cifra de informalidad seguirá aparentemente por los cielos.

El Ministerio de Trabajo y la Sunat deben ser rigurosos en el análisis de quién genera valor de las empresas, y deben fiscalizar el aporte de los “independientes: las empresas deben cumplir con las obligaciones laborales de quien trabaja para ellas, indiferentemente de dónde trabajen. Y, desde el punto de vista del trabajador, aprovechar la flexibilidad que brindan las tecnologías no debería ir en detrimento de su bienestar personal.