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Inestabilidad en tiempos electorales…

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Fecha Publicación: 14/05/2025 - 22:50
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No es bueno para la estabilidad institucional del país la grave crisis política que se ha producido en estos dos últimos días con el repentino cambio de tres ministros y la posterior renuncia del primer ministro, con la cual cayó todo el gabinete. La inmediata recomposición del mismo no genera ninguna sensación de estabilidad porque casi todos son los mismos de siempre o que surgen de niveles administrativos del Ejecutivo vinculados a la misma política gubernamental.
Un indicador preocupante es el hecho de que el ex primer ministro tuvo que renunciar porque casi todas las agrupaciones políticas en el Congreso le dieron la espalda y tenían decidido su voto por la censura, lo que podría entenderse que el respaldo político a favor de la presidenta o se ha debilitado o, peor aún, ha desaparecido porque estaría en manos de una sola agrupación cuya base de sustento es muy frágil en nuestro país, en donde campea la delincuencia, la inseguridad jurídica y política, la corrupción generalizada, el desgobierno producido por la pública y virulenta confrontación entre el poder político y el sistema de justicia, la desconfianza ciudadana en el Congreso y en el Ejecutivo, y su rechazo a las instituciones encargadas del orden y la seguridad por las innumerables denuncias sobre presuntos abusos, corrupción e infiltración del crimen organizado en sus filas.
Es difícil adivinar cuál será la estrategia de los grupos políticos que integran el Congreso y aquellos que interactúan con el Ejecutivo para recuperar la confianza ciudadana, porque el mismo discurso resulta inviable en una realidad de rechazo absoluto expresada por la población con el “que se vayan todos”. Ese total descrédito político nos lleva a concluir que, en el escenario electoral, al encontrarse la población con los mismos actores sin haber identificado una opción a la que no alcance el “que se vayan todos”, se producirá un vacío de razonabilidad que podría provocar un voto de protesta, de hartazgo, de rechazo y castigo, que lamentablemente volvería a generar una elección ciega por ciudadanos a quienes ya no les importaría quién esté en el poder con tal de castigar a los que estuvieron y que los decepcionaron en todos los sentidos.
En plena época electoral, los peruanos tendremos un gobierno débil con un sistema electoral harto cuestionado, un sistema de justicia cuyo nivel de aprobación está por los suelos y un Congreso desprestigiado, pero que aparece como la única vía constitucional para enrumbar el proceso electoral con un fortalecimiento institucional creíble.
Seguramente el tema de la vacancia presidencial aparecerá en el debate público en algún momento, con el subsecuente juego de alianzas estratégicas en la participación electoral. Mientras tanto, la gran interrogante recae en quién y cómo mantendrá la gobernabilidad y gobernanza para evitar cualquier crisis política, social y económica.

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