ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Improvisacion, negligencia y arrogancia

Imagen
Fecha Publicación: 28/06/2019 - 22:20
Escucha esta nota

La tontería es el común denominador en los actos de la lamentable gestión Vizcarra. No hay circunstancia en que alguna decisión de este gobierno haya dado resultados favorables para el país. Menos aún, para su sufrida sociedad. Todas están signadas por la improvisación, la precipitación, la negligencia la prepotencia, la arrogancia y la irresponsabilidad. Ocurre en todas las materias: social, política, económica, gremial, etc. Y el origen del sinnúmero de disparates que a diario genera el gobierno Vizcarra es siempre el mismo: la absoluta falta de sindéresis y prudencia, requisitos vertebrales para la sana conducción de un país. Claro que esperar esto de Vizcarra equivaldría a pedirle peras al olmo. Sin embargo esta orquestación mediática que blinda al régimen vizcarrino viste a la tontería de un halo de grandeza política, vendiéndosela a la gente como una falsaria batalla contra la corrupción unida a otras tantas irreflexivas reformas políticas y constitucionales. Por si fuera poco, presentando todo aquello como si fuera la solución a los graves problemas que la irresponsable dupla Kuczynski-Vizcarra le ha sembrado a este país. Toda una gama de mentiras que producen vértigo, tanto por su carga de hipocresías como por el soterrado triunfalismo que arrastran sus necedades.

¿Recuerda amable lector, aquel referéndum efectista que le impusiera a la fuerza y en forma atropellada el presidente Vizcarra para reformar el sistema judicial, prometiendo convertir al Perú en el parnaso de la Justicia planetaria sólo reemplazando al Consejo Nacional de la Magistratura por una Junta Nacional de Justicia; o transformando a este país en una democracia superior a la británica, francesa y norteamericana con tan sólo vetar la reelección inmediata de los parlamentarios y prohibiendo la bicameralidad? Pues bien, han pasado siete meses y este gobierno ha sido incapaz de elegir siquiera al jefe de la Junta Nacional de Justicia. La fenomenal imprevisión y el menosprecio con que Vizcarra obligó al Congreso a aprobar sus infames reformas elaboradas por una junta de amiguetes, degeneró en el papelón al que asistiéramos hace pocos días cuando fracasó la elección del presunto gerifalte de la Justicia peruana.

Exactamente igual va a ocurrir con este soterrado cambio del 20% de la Constitución que -trajeado de reformas políticas- ha orquestado Vizcarra, imponiéndole al Congreso con igual apresuramiento, inconsistencia y despotismo que en el caso anterior. Ahora Vizcarra vuelve a amenazar con disolver el Legislativo si dentro del plazo máximo que vencerá en 18 días hábiles no le aprueba los proyectos fabricados por otro cogollo de incondicionales suyos, igual de inconsistentes y carentes de sindéresis para trabajar reformas constitucionales bien pensadas, cuya puesta en valor previamente haya sido constatada tanto en sus fundamentos como en la práctica para evitar incongruencias que afecten severamente nuestra estabilidad como nación. De no ser así, reiteramos,  Vizcarra cierra el Congreso. Y, con toda seguridad, gobernará ese año y medio que le resta en palacio como cualquier vulgar golpista, prescindiendo del poder Legislativo.

Así andamos, amable lector. Intimidados por el cierre del Congreso, camino a la crisis económica, en caos político y sin Justicia.