Importar con estrategia para el desarrollo del Perú
En cualquier plan de gobierno serio, la información económica debe ser un instrumento vinculante de política pública. Solo así será posible evaluar las propuestas de los candidatos y anticipar cómo enfrentarán los retos del comercio exterior.
Hoy, el panorama importador del Perú muestra una economía abierta y dinámica, pero también expuesta a un entorno internacional cada vez más complejo y proteccionista. Gracias a una red de acuerdos comerciales —como la Alianza del Pacífico-Singapur, los tratados con EE.UU., China, Reino Unido, Australia y Corea del Sur— el país mantiene acceso preferencial a mercados y bienes estratégicos.
En 2024, las importaciones crecieron 5.4%, alcanzando US$ 54,965 millones. Las proyecciones del BCRP apuntan a US$ 56,088 millones en 2025 y US$ 58,639 millones en 2026. Solo en el primer semestre de 2025, el crecimiento fue de 12.8%, sumando US$ 28,837 millones y encadenando seis meses de alzas consecutivas.
Llegan desde el exterior celulares, medicamentos, petróleo, aceite de soya, insumos textiles, mayólicas, langostinos, calzado, entre otros. China sigue siendo nuestro principal proveedor, seguida de EE.UU., Argentina, Brasil y Colombia.
En alimentos, las compras externas alcanzaron US$ 3,197 millones en los primeros cinco meses de 2025, gran parte por el 80% de trigo y grano importado que consumimos. En medicamentos —un mercado que depende en un 66% de productos importados— la expectativa es de crecimiento, especialmente en fármacos de alta tecnología. La nueva ley de genéricos y un mayor control de precios serán determinantes para garantizar el acceso; en otros países de la región, como Chile, Argentina y Colombia, las medicinas cuestan mucho menos.
En energía, las importaciones de combustibles y lubricantes sumaron US$ 3,829 millones. La producción nacional, de apenas 45,000 barriles diarios, solo satisface el 30% del consumo, lo que nos hace dependientes de petróleo extranjero.
Debemos recordar que el Perú fue pionero en América Latina con el pozo de Talara y, aunque halló crudo en la selva, su alto peso específico encareció el transporte y obligó a construir el Oleoducto Norperuano como inversión pública ante la negativa de la empresa. Vendimos el 60% de la refinería La Pampilla —el mercado más grande del país— por apenas US$ 160 millones, sin que se haya invertido en mejoras, lo que hoy se traduce en altos niveles de contaminación; no siempre la empresa privada es mejor que la pública.
Ahora, el hallazgo de la mayor reserva petrolera del país, entre Tumbes, La Libertad y Lambayeque, abre una oportunidad histórica. La proyección energética del Perú podría cambiar radicalmente, siempre que este recurso se integre de forma estratégica a los planes de gobierno.
Depender de petróleo extranjero caro limita nuestra productividad; en cambio, aprovechar de forma inteligente nuestras reservas puede marcar la diferencia entre un país que importa su energía y uno que la produce para su propio desarrollo.
En la actualidad, Ecuador y Colombia (países petroleros) necesitan combustible de alto octanaje, que es capaz de ser proporcionado por la refinería de Talara, y el Perú necesita petróleo para producirlo, y así disminuir su dependencia energética que hoy es del 80%.
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