Impertinencia de ocho embajadores
EXPRESO enfrenta, casi en solitario, a unos poderes fácticos situados detrás de intereses foráneos que, desde hace ya dos décadas, perseveran por apoderarse del Estado peruano para imponernos caprichos, consignas y ucases emanados de mandatos extranjeros. Solo contadas personas –con los dedos de una mano- sacan cara por el Perú y manifiestan, sin ambages, sus pareceres contrarios a una corriente pervertida que, desde inicios de este siglo, se instaló en el poder a base de corromper a nuestras autoridades –empezando por el expresidente Toledo– con el objeto de no dejar de ejercerlo nunca más. ¡Poderoso caballero, don Dinero! Proverbio que encaja impecablemente en esa viciosa figura de estos sofisticados centros de reparto de dinero negro para comprar conciencias, llamados ONG. Entelequia que dice proteger los derechos humanos y cuanto otro embuste alucine la camorra caviar internacional, como justificación para gradualmente ir apropiándose del gobierno de los países con conciencia política bajo cero. ¡Como el Perú!
¡Sencillamente, no existe argumento de naturaleza alguna para que las oenegés pretendan que sus multimillonarias transferencias de dinero –hacia países con elevadísima informalidad, como el Perú– estén liberadas del pago de impuestos! Lo que hay detrás de semejante contrabando es la descarada manipulación política, social, económica que ejercen las oenegés sobre Estados incipientes como el nuestro. Pero es responsabilidad de los peruanos resolver toda omisión interna. Consecuentemente, ello proscribe que factores exógenos nos impongan condiciones inaceptables en cualquier otro país del orbe. Acá lo que pretenden las ONG es pasarla de rositas sin pagar impuestos desde inicios de siglo, olvidando que están gravadas en medio mundo con tributos fiscales semejantes al resto de actividades de cualquier otra naturaleza. Excepto, claro, al pago del Impuesto a las Sociedades; y en determinados casos, al Impuesto General a la Venta (IGV).
Sin embargo, apelando al poder transnacional que ejercen estas sociedades generalmente opacas, acá tenemos a embajadores de algunos países que se rinden ante el poder que ejerce la corporación de oenegés que opera en el Perú. Al extremo de pronunciarse en contra de la decisión democrática del Parlamento del Perú, respecto a un indispensable cambio de régimen tributario para las oenegés. Porque, amable lector, hoy estos entes se burlan del Perú sin pagar tributos; no obstante que entre los años 2018-2020 recibieron transferencias del extranjero por alrededor de US$ 3,000 millones. Consecuentemente, resulta incalificable la insolencia de algunos embajadores, como de Australia, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, México, Francia y Reino Unidos, parapetados tras absurdos “principios fundamentales de la democracia”. ¿Acaso los principios democráticos tienen vínculo alguno con un régimen tributario, como falsamente citan los embajadores en su inamistoso reclamo?
Basta de paternalismos, señores embajadores de las mencionadas naciones. El Perú no puede, ni debe ni quiere permanecer en la senda actual del proteccionismo. Sobre todo beneficiando a una organización multinacional tan opaca, como la que maneja las onegés a nivel mundial. ¿Cuánto de los US$ 3,000 millones que transfirieron las oenegés al Perú, entre 2018 y 2020, financiaron aquellas incendiarias “marchas de protesta” para reincorporar al comunismo al gobierno de nuestra nación?
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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