Impacto de la Fragmentación Parlamentaria en el presupuesto del Congreso

La dinámica del funcionamiento del Congreso es compleja, especialmente en el contexto actual, donde su característica principal es la fragmentación extrema, con 13 grupos parlamentarios. Esto hace que su administración política y administrativa sea sumamente dificultosa; además, los aspectos políticos y administrativos están estrechamente ligados, ya que los efectos políticos se reflejan en actos administrativos que, a su vez, impactan en el presupuesto del Congreso.
Por ejemplo, cuando un proyecto de ley es aprobado en el Pleno, hay un equipo de profesionales encargado de transcribir el texto aprobado, para luego verificarlo con el presidente de la Comisión que estudió el proyecto, con el fin de enviarlo sin errores al Poder Ejecutivo para su promulgación u observación. Es decir, todo tipo de decisiones políticas tomadas en el Pleno, en las Comisiones Ordinarias y en cualquier órgano parlamentario movilizan el aparato administrativo para gestionar que los acuerdos se tramiten de manera confiable, tanto a los órganos internos como externos al Congreso.
Cada una de las 13 bancadas busca cumplir con su rol legislativo, de control político y de representación. Para ello, solicitan a la Mesa Directiva el soporte administrativo necesario para satisfacer las demandas de sus electores. Cuantos más grupos parlamentarios existan, mayor será el requerimiento de gasto, el cual debe ser autorizado por la Mesa Directiva.
Hace unas semanas, fue tema de debate público la creación del Módulo de Personal de Confianza de la organización parlamentaria, enfocado desde una perspectiva de mayor gasto presupuestal, haciendo un análisis económico sin considerar en profundidad el análisis cualitativo de su creación.
Esta decisión fue tomada en respuesta a los requerimientos permanentes de los congresistas de las bancadas parlamentarias, quienes demostraron la carga procesal que enfrentan para cumplir con las demandas sociales. Muchas veces criticamos el exceso del gasto congresal, pero no reparamos en que ese gasto tiene un origen en decisiones políticas, y que estas decisiones son producto de la estructura que tiene el Congreso. Una de las razones por las que los congresos pasados tenían menor gasto era que contaban con mayorías absolutas o representativas suficientes para evitar presiones políticas que impulsaran mayores gastos.
Afortunadamente, el Congreso ya tiene un tope del 0.5 % del presupuesto general de la República para su presupuesto; sin embargo, para que este límite se optimice, necesitamos que el Congreso no esté tan fragmentado como en el actual.

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