Igualdad (real)
Las declaraciones de derechos humanos y las cartas fundamentales de los Estados proclaman la igualdad entre mujeres y hombres; pero ¿qué significa esa igualdad y cómo podemos hacerla efectiva? Hasta hoy, los hombres son los más poderosos en la sociedad; son pocas las mujeres que ocupan altos cargos públicos o privados; situación que nos debe motivar a lograr el objetivo de una igualdad real; esta tarea no será posible si no tomamos en cuenta a la otra mitad de la población. La igualdad real no solo implica valorar a las mujeres equiparándolas a los hombres, sino creando más opciones igualmente efectivas para mujeres y hombres; para ello, tenemos que cambiar nuestros puestos de trabajo, nuestras políticas públicas y nuestra propia cultura.
La pandemia nos viene enseñando a valorar tanto a la familia como al trabajo, entendiendo que ambos se refuerzan mutuamente; si la familia es lo primero, el trabajo no tiene por qué ser segundo, ambos son vitales. La cultura organizacional ha demostrado que quienes se preocupan por su familia están más enfocados en su trabajo y hacen mejor sus labores, preocupándose por los resultados; por otro lado, desarrollan más paciencia, empatía, creatividad, adaptabilidad y resiliencia, atributos cada vez más importantes en el contexto actual. Las grandes empresas lo saben, con ello reducen costos operativos y aumentan su participación en el mercado global que se centra en la economía de servicios.
En el ámbito político, debemos reconocer que el trabajo que las mujeres han venido haciendo tradicionalmente es tan importante como el trabajo consuetudinario de los hombres, sin importar quién lo haga; por instinto solemos asociar a los hombres como el sostén de la familia y a las mujeres como encargadas del cuidado de esta, así como no cuestionamos el por qué se aprecia más el trabajo masculino; las mujeres deben ingeniárselas para poder cumplir con el trabajo y con la familia, pero esto no debe ser exclusividad de ellas, debe ser tratado como un tema familiar. Si el sostén y el cuidado de la familia son igual de importantes, ¿por qué el Gobierno no invierte en una infraestructura para el cuidado de la familia? Debería hacerlo de la misma forma como invierte en infraestructura física destinada a sustentar una economía exitosa.
Existen países cuyos gobiernos brindan especial cuidado a la infancia y niñez, apoyan a quienes se encargan del cuidado de la familia, protegen a las mujeres embarazadas, así como a los ancianos y discapacitados; invierten en esta infraestructura de la misma manera que en carreteras, puentes, trenes; estos países ocupan los primeros lugares de la economía mundial, así como un lugar alto en los índices de vida mejor, según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). En el plano cultural, debemos guiarnos por los buenos ejemplos, ya hemos empezado con la cocina, el descanso laboral por paternidad, ya hay padres que prefieren quedarse en casa mientras la madre busca el sustento; defender el derecho de las mujeres implica -también- hacer todo lo posible para que ellas lleguen a la cima, que se encuentren presentes en todos los niveles de la fuerza laboral; para ello, tenemos que valorar a la familia de la misma forma como valoramos el trabajo; siempre pensando en los seres que amamos, en quienes hacen posible que seamos mejores en lo que hacemos.
La revolución no debe ser feminista, debe ser humanista; siendo seres humanos íntegros, seremos mejor sostén y mejores cuidadores de nuestra familia. Ya está ocurriendo, depende de nosotros qué tan lejos llegue y qué tan rápido vaya.
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