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Identidad digital

Fecha Publicación: 01/03/2020 - 21:30
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En el mundo de las redes sociales, donde converge lo bueno, lo malo y lo feo, es común observar diferentes “biografías” o perfiles que no necesariamente responden a la identidad de la persona que creó dicha cuenta; algunos especialistas opinan que se debería obligar a las personas a usar su verdadero nombre en este entorno, que con esto todos lo problemas se resolverían. Desde mi humilde punto de vista, considero que esta no es la solución y que, al contrario, generaría una escalada de problemas; a continuación, trataré de explicar el tema y propondré una solución.

Comenzaremos con el Chip y el PIN (Personal Identification Number); todos tenemos tarjetas -de crédito o débito- con chip (obligatorio en Perú), asociado a ella tenemos una clave de acceso, y lo más irónico: tenemos grabado nuestro nombre en la tarjeta (en alto relieve); he tratado de buscar una explicación para ello y, la verdad, no la encuentro; se supone que toda la información ya se encuentra almacenada en la memoria de la tarjeta, si una persona ajena tiene acceso a mi tarjeta, podrá conocer mi nombre y, a partir de ello, obtener más datos de mi persona. Lo descrito nos muestra que arrastramos un pensamiento heredado acerca de nuestra identidad, algo que tiene que ver con un nombre y demás datos en nuestros documentos. Esto mismo sucede con nuestro DNI electrónico: en las últimas elecciones voté electrónicamente, a pesar de ello tuve que firmar un planillón y me pegaron un holograma ¡en mi documento electrónico!.

En las conversaciones en un entorno electrónico (chats), poco o nada nos interesa la identidad de la persona, se han puesto de moda los grupos de chat; hasta hace poco -y aún hoy en día- los padres se preocupaban porque sus hijos no hablen con desconocidos, eso ya es imposible en el mundo digital, donde -inclusive- una persona puede ir cambiando de identidad cada vez que así lo desee; esto colisiona con la idea tradicional que tenemos de identidad, que ha sido dada por la autoridad y que es de uso obligatorio en todas nuestras actividades. Si estuviéramos obligados a usar nuestra identidad oficial en las redes sociales, quizás éstas perderían su razón de ser así como el número de usuarios, muchas veces es necesario el anonimato para enviar mensajes, no necesariamente negativos, como las denuncias, por ejemplo.

Si bien es cierto, en el mundo real debemos usar una identidad real, esto no sucede en un mundo virtual, electrónico o digital; lo que se debe procurar es precisamente evitar que las personas usen su identidad en actividades que no requieren identidad, que son la gran mayoría. Debemos darles una verdadera utilidad a las nuevas tecnologías, contamos con artilugios biométricos: lectura de huellas dactilares, reconocimiento facial, lectores de retina, etc., ni siquiera son aparatos muy sofisticados, vienen incorporados en nuestros teléfonos inteligentes, existen lugares donde hay más teléfonos móviles que habitantes, donde una persona tiene un smartphone y no un cepillo de dientes; debemos utilizar esta tecnología con fines útiles. Quizá ha llegado el momento de identificarnos con nuestro teléfono móvil, donde tendremos todos los medios para identificarnos, de acuerdo con lo que se requiera.