Huaura, el primer grito de independencia del Perú

Hoy, 27 de noviembre, se cumplen 203 años del primer acto de proclamación de la independencia del Perú que realizó el Generalísimo Don José de San Martín en el histórico Balcón de Huaura -a 150 km. al norte de Lima, que se conserva intacto y que constituye el lugar del momento partero o inicial de la libertad del Perú-. Fue exactamente ocho meses antes de que el Libertador lo hiciera en Lima, el 28 de julio de 1821. En la emblemática Huaura fue expedido el Reglamento Provisional del Perú -12 de febrero de 1821-, considerado el primer instrumento jurídico de la historia del Estado peruano, siendo incluso anterior a la primera Constitución Política del Perú de 1823. En esta ciudad fue instalado el Cuartel General del Ejército Libertador, en el recinto que fuera sede de la Real Aduana de Lima, y luego de la Presidencia de la Costa -de hecho, fue Casa de Gobierno del Estado Norperuano en 1836 por el General Don Luís José de Orbegoso-, y por su alta significación, fue cedida al Estado peruano por Monseñor Emilio Lisson, con el voto consultivo del Venerable Cabildo Metropolitano (1926), durante el gobierno de Augusto B. Leguía, el presidente más prospectivo del Perú en el siglo XX. Con los años fue convertida en Museo de Sitio (1974) por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú. En Huaura, además, se encuentra la Hacienda “El Ingenio” -propiedad de Manuel Salazar Vicuña-, ofrecida como lugar de hospedaje para San Martín durante el tiempo que permaneció en esta ciudad con cerca de 5000 hombres, antes de su partida hacia Lima.

Desde 1942 es Patrimonio Cultural del Perú. Para saber más de esta ciudad histórica leamos las “Tradiciones Peruanas” de Ricardo Palma, que le dedicó una, intitulada “Con días y ollas venceremos”, en que relieva las estrategias de comunicación que prepararon los patriotas para su inminente ingreso en Lima en julio de 1821. El Congreso de la República debió sesionar en su momento como lo sugerí reiteradamente y se pasó tan idílico episodio de nuestra historia. Estando ad portas del bicentenario de Junín y de Ayacucho -el 2024 es el año jubilar nacional imperdible para todos los peruanos- ojalá el Parlamento Nacional -o una sesión del Consejo de Ministros presidido por la mandataria, Dina Boluarte- pueda hacerlo esta vez en la también emblemática Pativilca, donde Simón Bolívar, el otro Libertador de la patria, instaló su Cuartel General, dando inicio al proceso de la libertad definitiva del Perú, sellada con la Capitulación de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824. Como dice Jorge Basadre, cuesta mucho a nuestra clase política comprender el valor de la heredad nacional. Conforme la línea trazada por el mayor historiador de nuestra República, hay que darle a Huaura como a Pativilca, y desde luego a Végueta -en cuyas orillas se produjo el mítico desembarco de la expedición libertadora Sanmartiniana-, el lugar que por historia les corresponde. Así comenzaremos a valorar, como corresponde, la relevancia para el imaginario nacional del bicentenario, del rol del Norte Chico en nuestra gesta independentista.

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