Hora de la comunicación, premier…
El reciente escándalo conocido como el “Caso Rolex” revela grietas en la estrategia comunicacional del gobierno, exhibiendo su vulnerabilidad ante críticos que usan la máscara de defensores de la ética y quieren desestabilizar el país para beneficiarse. Al mismo tiempo, resulta evidente que ciertos medios minimizan sucesos importantes del caso “Los Intocables de la Corrupción”, relacionado a Vizcarra y su exministro Trujillo. Este desinterés se observa en el silencio sobre el relevo hace dos días del Crnel. Silva Collazos, exjefe de Búsqueda de la Dirección General de Inteligencia (DIGIMIN), encargado de la videovigilancia de Trujillo cuando era ministro, y los vínculos provenientes de Brasil que implican diálogos entre IDL de Gorriti y el fiscal brasileño Dallagnol. Ambos asuntos sugieren influencias que constituirían delitos de mayor gravedad, y sin disminuir la importancia del Rolex, se exponen de manera desequilibrada ante la opinión pública.
La gestión de esta crisis puso en la mira al primer ministro, Gustavo Adrianzén, cuya posición teñida de pasión y cierta obstinación, es que las joyas jamás se declaran al no constituir patrimonio. Con tono satírico hacia la demanda de mayor transparencia, dijo: “declararemos lapiceros y medallas de bautizo…”. Esta aclaración se ve respaldada por la opinión inicial del Contralor, Nelson Shack, respecto a la no declaración del reloj, y ha llevado a que siete ministros hayan caído en múltiples imprecisiones, contradicciones y lamentables retractaciones, como haber comprado un reloj réplica (ex-Indecopi), llamarlo asunto “doméstico” y acusar un “sintomático complot”. Esta situación refleja una falta de claridad y una ausencia de estrategia comunicacional en tiempos de crisis, evidenciando la desatención al principio de designar voceros calificados para asuntos sensibles, un rol que había sido exclusivo del ministro Arana en el caso de la CIDH.
En este contexto, el premier Adrianzén está dialogando con el Congreso para asegurar la confianza en el Gabinete heredado de Otárola. Sin embargo, la percepción de un excesiva defensa a Boluarte y al gabinete sugieren falta de flexibilidad y una desconexión con las demandas sociales, en especial, las relacionadas con la inseguridad. La insistencia en el fallido Plan “Perú Seguro” contrasta con la realidad de las empresas, que han sufrido pérdidas de 35 mil millones de soles por la delincuencia. Sería prudente considerar un cambio de liderazgo ministerial para adoptar estrategias efectivas contra la inseguridad, incorporando las propuestas de CONFIEP y los demás gremios y sindicatos.
Adrianzén debe recordar que los logros del gabinete heredado no tienen el mismo valor que aquellos que obtenga por sus méritos propios. Antes de enfrentar su propio escándalo, Otárola evitó la “pérdida de cara” o daño a la reputación de la presidenta mediante un manejo cuidadoso de la comunicación, evitando así declaraciones contraproducentes e inoportunas de ministros. Hipólito Unanue, considerado el “Primer Ministro de Economía”, desde 1822 aplicaba prácticas de rendición de cuentas detalladas para enfrentar el déficit fiscal.
El caso del Rolex resalta la importancia de ser más cuidadosos en los mensajes políticos que se transmiten y gestionar adecuadamente la comunicación para contrarrestar los ataques mediáticos. A más pronto exista una explicación transparente sobre los relojes de la presidenta se dejará atrás las controversias.
Es obligatorio que todos los funcionarios rindan cuentas, aboguen por la transparencia y eviten aferrarse a sus cargos. Con la reciente sentencia de la Corte Suprema sobre el Jurado Nacional de Elecciones respecto a Salas Arenas, enfrentamos un momento decisivo que merece nuestra plena atención para promover la rendición de cuentas y la justicia. La percepción que tenemos de un sistema electoral opaco y anticuado, alejado de nuestras expectativas democráticas, genera la urgencia de adoptar prácticas transparentes en los próximos procesos electorales.
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