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Hermanos Caradura

Fecha Publicación: 15/10/2022 - 22:55
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Tomo el título de la jocosa película de 1980 protagonizada por los comediantes John Belushi y Dan Aykroyd, del célebre programa televisivo “Saturday Night Live” de los Estados Unidos, para destacar los elevados índices de cinismo con los que Pedro Castillo Terrones y su presunta organización criminal enfrentan las imputaciones del Ministerio Público, así como las últimas revelaciones que la prensa independiente ha divulgado y por lo cual el Gobierno la hostiliza, amenaza y obstruye su trabajo.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, caradura es un adjetivo equivalente a “sinvergüenza, descarado”. Persona que actúa con desvergüenza, descaro o falta de respeto. Esto se ha hecho cotidiano en los casos de Castillo, el premier Aníbal Torres y el felpudo mayor de la historia peruana, Alejandro Salas, exministro de Cultura y hoy titular de la cartera de Trabajo y Promoción del Empleo.

El Presidente ensaya, sin rubor alguno, la tesis de ser víctima de invenciones o dichos de terceros que no tienen correlato en la realidad. Ello pese a las abrumadoras pruebas (en vía de ser validadas por la autoridad judicial) sobre sus nexos con una impresionante red de familiares, empresarios angurrientos y amigos coterráneos que coordinaban hacerse de obras públicas. Red a la que pertenecen tres prófugos de la justicia: el sobrino Fray Vásquez, el exministro de Transportes Juan Silva y el dueño de la casa del pasaje Sarratea, Alejandro Sánchez. Red también integrada por la cuñada-hija de Castillo con detención preventiva, Yenifer Paredes.

Por su parte Torres Vásquez (quien ha hecho de la presidencia del Consejo de Ministros el púlpito de sus complejos y devaneos) intenta aplicar con éxito los principios del “enemigo único” y de “transposición” utilizados por su ídolo Adolfo Hitler en la Alemania nazi gracias al siniestro ministro de la propaganda Joseph Goebbels. Es decir, condensar en los enunciados de “ricos” y “limeños” el supuesto núcleo adversario de Castillo, a quien odiarían por ser provinciano y rural. Y recordando los pecados de otros como si ellos nublaran los propios.

Y en cuanto a Salas, solo cabe otorgarle un trofeo al delirio y a la sobonería más abyecta por sostener que el veto a los periodistas de medios locales en la conferencia de prensa convocada por Castillo para responder sobre la acusación constitucional de la Fiscalía (seguido de un encierro infame en la sala Túpac Amaru de Palacio de Gobierno) fue por pedido de la Asociación de Prensa Extranjera, algo que este mismo gremio desmintió y rechazó de inmediato.

Los hermanos Caradura de 1980, por lo menos, divirtieron y animaron nuestras vidas tras los 12 años de dictadura militar. Estos hermanos Caradura nativos solo provocan asco, repudio y una enorme ansiedad por su deseo explícito de atornillarse en el poder.

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