Haya de la Torre y la Navidad
La Navidad, fiesta católica por excelencia, se encuentra vinculada a la historia del Partido Aprista y los sucesos que narramos en este artículo fueron el preámbulo de un tiempo de barbarie, el más violento en la historia del Perú.
El 8 de diciembre de 1931, el comandante Sánchez Cerro juró como presidente constitucional, al ganar unos controvertidos comicios a Haya de la Torre. Retornó al poder, diríamos mejor, porque tuvo un primer periodo de seis meses como gobernante de facto cuando derrocó al presidente constitucional Augusto Leguía, a quien encarceló y vejó cruelmente.
Desde el primer día de su mandato su objetivo fue destruir al APRA, espoleado por el civilismo y los terratenientes, según consta en archivos documentales de las haciendas de Pomalca, Cayaltí y Tumán.
A los 16 días de asumir el cargo, cerca de la medianoche del 24 de diciembre, el prefecto departamental, Alejandro Barúa Ganoza, al mando de un destacamento de policías y soldados, irrumpieron violentamente en el local aprista de Trujillo, donde sus militantes celebraban las Pascuas y esperaban a Haya de la Torre.
Jorge Basadre, en el tomo 10 de la Historia de la República, sostuvo que “al llegar a la esquina del local aprista, el automóvil del jefe del partido, sonó una descarga; momentos antes los capitanes Muñoz y Ortega y el teniente Villanueva habían exigido el inmediato desalojo del local sin consideración con las mujeres ni con los niños. Los disparos continuaron hasta la madrugada. Oficialmente se aseveró que hubo cuatro muertos, pero según los apristas fueron más, si bien se frustró el propósito de asesinar a Haya de la Torre. Hubo enseguida muchos presos, entre ellos Antenor Orrego, director de El Norte. Trujillo quedó convertida en ciudad sitiada.”.
El historiador Roy Soto Rivera señaló que “el teniente Villanueva al mando de un contingente armado, en forma violenta y soez, pidió que desocupen el local. Surgieron justificadas protestas ante el abuso y entonces Villanueva, por respuesta, ordenó descargas de fusiles dirigidas al interior de los salones. Los disparos se sucedieron unos a otros. Comenzaron a caer los muertos y heridos. Fueron inútiles las súplicas de las mujeres y los niños”.
Manuel Seoane, constituyente de esa agrupación, viajó a Trujillo para investigar los sucesos y el 31 de diciembre informó al hemiciclo sobre ese sangriento episodio. Dos meses más tarde, él y otros 22 representantes de su partido fueron sacados del recinto parlamentario por policías y tropa armada de pistolas y fusiles, desaforados y deportados.
En los años siguientes, en todos los recintos apristas se celebró la fiesta de Nochebuena no sólo porque la mayoría de sus militantes profesan la religión católica, sino porque es una fecha de fraternidad, de recuerdo de los dramáticos sucesos narrados y una oportunidad para compartir con las familias la tradicional chocolatada.
Más ampliamente, Haya de la Torre sostuvo que “la Navidad del Niño del Pueblo, que yo fundé en 1945, se realice cada año con más extensión y mayor beneficio para los niños y las familias pobres. Y que este no se interrumpa. El deber de todo aprista es apoyarla”.
Lo que en 1931 fue una noche de odio y represión, de angustia y de dolor, el jefe del aprismo lo transformó en una noche de amor y tolerancia, de paz y hermandad entre todos los peruanos. En ese contexto, muchos recuerdan que desde comienzos de diciembre de cada año su mayor preocupación era tocar puertas de militantes y amigos para conseguir juguetes, ropa y alimentos para distribuirlos entre quienes menos tienen; un admirable acto de dulzura y fraternidad que proyecta la bondad de este personaje histórico.
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