Hay que desalojarlos

La aprobación en el Congreso del informe de la Comisión de Fiscalización que recomienda acusar constitucionalmente a Pedro Castillo y sus cómplices por varios delitos, va cerrando el cerco alrededor de la gavilla que ha asaltado el gobierno.

Por ese camino se puede acusar a Castillo y suspenderlo en su cargo e inhabilitarlo para el ejercicio de la función pública. Un trámite más lento y engorroso que el de la vacancia, pero con resultados similares, sacarlo de Palacio.

Entretanto, Zamir Villaverde, ya en libertad, sigue afirmando que tiene evidencias de la corrupción de Castillo y su banda, así como del fraude electoral que le permitió hacerse del gobierno el año pasado. No obstante, las investigaciones fiscales, como es usual en el Perú, avanzan lentamente. Pero además son obstaculizadas de todas las formas posibles por Castillo, sus familiares y sus asociados.

Algunos creen que el derrumbe de la camarilla en el gobierno es ineluctable. No es así. Porque no se trata de un gobierno democrático que respete las reglas del juego. Es una banda de comunistas corruptos que va a usar todas las armas, legales e ilegales, y va a recurrir a todas las artimañas posibles para mantenerse en el poder.

Eso incluye, por supuesto, la manipulación de los organismos de inteligencia y a la policía, cosa que están haciendo con descaro, como se ha visto en los últimos días.

Lo más importante es, no obstante, el control político de las Fuerzas Armadas. Necesitan usarlas para dar el mazazo que acabe con la democracia o, por lo menos, neutralizarlas para lograr sus propósitos. Eso es lo que van a intentar ahora.

Mientras tanto, el Congreso que ha avanzado adecuadamente en algunos asuntos, también se distrae en disputas inconducentes e impopulares, como la restauración del Senado. Sería mejor un Congreso con dos cámaras, sin duda, pero no es el momento para ese tipo de reformas. Menos recurrir a un referéndum a estas alturas. Y es equivocado también creer que con ingeniería constitucional se va a mejorar sustancialmente el sistema político.

En suma, no hay que ser tan ingenuos de creer que Castillo y sus secuaces van a aceptar dejar buenamente el poder por la acción del Congreso, la fiscalía o la presión de la opinión pública. Van a patear el tablero. Hay que desalojarlos.
Otrosí digo. A los cien años cumplidos, falleció el general Francisco Morales Bermúdez. FMB condujo hábilmente el retorno a la democracia, deshaciéndose en el camino de los militares que pretendían “profundizar la revolución” y de aquellos que intentaban perpetuarse en el gobierno contra el deseo de la ciudadanía. Realizó elecciones limpias en 1978 y 1980 –donde por primera vez participaron hasta los sectores izquierdistas más radicales-. Se manifestó contra la manipulación de las FF.AA. por Vladimiro Montesinos en los 90 y muy activamente el último año contra los despropósitos de la camarilla comunista en el gobierno. QEPD.

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