¿Hasta cuándo, Perú?
En la columna de la semana pasada nos preguntábamos si le era conveniente o no al Ejecutivo intentar cerrar el Congreso en estas Fiestas Patrias y nuestra conclusión fue que sería una torpeza porque le había sido fácil controlarlo propiciando fragmentaciones para generar un mosaico de bancadas y una inestabilidad al interior de cada una de ellas, con lo cual podría fácilmente entrar a luchar por un posicionamiento sólido en la mesa directiva, no tanto con un candidato propio por ahora, pero sí con algunos congresistas que fácilmente se vuelven incondicionales o por ambiciones personales, intereses particulares, poder o corrupción directa u organizada desde la cúpula del poder estatal.
No fue una sorpresa ver la forma en que se iban perfilando los candidatos a la mesa directiva del Congreso y, como los extremos se juntan, el congresista de Renovación Popular que portaba la bandera de un fundamentalismo inconmovible basado en sus ideas religiosas se apartó de su bancada y lanzó su candidatura con una lista conformada por los líderes del extremismo rojo vinculado al Gobierno, entre los cuales, de haber triunfado, simplemente se hubiera convertido en el pelele del año. La otra lista presidida por la señora Camones es una especie de Frankenstein porque no suma valores ni principios sino simplemente oportunismos y cábalas futuristas que a la hora de los loros se harán trizas. Las otras dos listas carecían de futuro porque, al final, el acuñismo ya estaba infiltrado en la lista ganadora y el triunfo del hermano desertor y de la señora exfiscal, por la manera en que se formaron sus respectivas listas, perdieron el respeto de todos y su derrota fue catastrófica, quedando sus respectivas agrupaciones con magulladuras de las cuales les será muy difícil recuperarse, de modo que, siguiendo una línea de análisis estratégico de los planes de los que desde el Gobierno apoyan un totalitarismo comunista y la destrucción de nuestro sistema democrático basado en el equilibrio de poderes y en la institucionalidad sólida del Estado, la conclusión evidente era que mejor no podía haberles resultado la ejecución de su plan estratégico y táctico porque tenían una directiva triunfante fácilmente manipulable frente a un grupo sólidamente estructurado que mostró su fuerza al quedar en segundo lugar con una votación considerable muy fácil de incrementar con votos de congresistas que apostaron por las otras dos listas que quedaron en los dos últimos lugares.
Todo estaba hecho para que, desde el Ejecutivo se continuara cometiendo las barbaridades de gestión que cada día nos empobrecen más, frenar cualquier investigación por actos de corrupción sumamente visibles, pero cínicamente negados en busca de impunidad invocándose el texto constitucional para mantener en el poder a una organización criminal que se defiende ocultando de la justicia a los funcionarios comprometidos.
No contaban con el coraje de la nueva fiscal de la Nación y su equipo ni con la entrega de la llave que se llama Bruno Pacheco.
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