Hartos de Castillo
Las masivas protestas en Brasil por el triunfo de Lula nos transportaron a un año atrás cuando vimos con espanto que Pedro Castillo, el prosenderista respaldado por la extrema izquierda se hizo del poder con maña y cutra. En ambos casos se denunció un fraude. El robo electoral comparte el mismo ‘estilacho’. Los corruptos (Lula estuvo en prisión por ratero) ganan por escasa diferencia de votos. Hay mesas donde tanto Castillo como Lula obtuvieron el 100% de votos, cosa estadísticamente sospechosa.
Asimismo, el uno y el otro se benefician de las bondades de la democracia. La ciudadanía, impávida, no tiene alternativa para revertir el destino aciago que llevará a los dos países por la ruta de la miseria, de las directivas oscuras del Foro de Sao Paulo y del G2, la inteligencia cubana. No obstante, en Brasil, Jair Bolsonaro es un potente perdedor, cuenta con mayoría del Senado y de la Cámara de Diputados. El Perú tiene un Parlamento copado por los llamados “niños”.
Cada día conocemos una cochinada más de este gobierno: que la Dirección de Inteligencia Nacional (DINI) tiene oficina en Palacio de Gobierno, que hay más parientes de Castillo metidos en la corrupción, que pervirtió a otra institución o ministerio más con malos manejos. Estamos hartos, cansados, indignados. Sobre todo, porque nuestra Constitución da salidas para liberarnos de gentuza como Castillo: la vacancia por incapacidad moral permanente.
Pero para ello se requieren 87 inalcanzables votos. Cada día también, sabemos de más congresistas vendidos, más “niños”. La oposición parlamentaria no hace política, no busca alianzas, no tiene liderazgo. Se está minimizando progresivamente. Anuncia, cada día, que tenemos 60 votos por la vacancia, que llegamos a 63 y hay quienes lanzan otras cifras como si estuvieran en una subasta. Ofrecer esto indigna a la mayoría de peruanos que sabe perfectamente que, si Castillo no deja el poder, el país continuará secuestrado por el avance del terrorismo, la cleptocracia y el desmoronamiento de las instituciones.
En paralelo Castillo tiene el cuajo y la desvergüenza de repetir por donde va, que él lucha contra la corrupción, que es su peor enemigo, que combatirá el latrocinio de 200 años de República. Su premier, investigado por favorecer a sus familiares y por obstruir a la justicia, repite con insidia la misma mentira. Sin duda aleccionados por la inteligencia cubana, venezolana, el Gallo Zamora y todo lo demás.
El gobierno prepara un ataque contra la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides. Mientras, Odebrecht nos hizo cholitos, gracias a dos fiscales ineptos y ¿corruptos? Benavides tiene una enorme responsabilidad: seguir deteniendo a los facinerosos con la misma valentía mostrada. Esto incluye que cuanto antes entregue al Congreso y a la opinión pública todo lo que tiene sobre ‘Los Niños’. La oposición cuenta con una frágil mayoría. Pero no al extremo de no poder actuar frente a estos congresistas de alquiler.
La prensa no puede seguir ajena a la cantidad de mentiras que lanza Castillo en sus peroratas, es obligatorio combatirlo. Las encuestas indican que el primer problema del país es el desastre económico, el segundo la corrupción. Reforcemos, cada día, que son la misma cosa. Que esa asociación sea un axioma. Marchar mañana sábado a Palacio de Justicia servirá de mucho. El gobernante ladrón está asustado. Fuera, Castillo, fuera.
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