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Gobierno espasmódico

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Fecha Publicación: 29/01/2023 - 23:50
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Ni en la peor época del terrorismo de las décadas de 1980 y 1990 hubo tantas carreteras bloqueadas al mismo tiempo, tantas comisarías e instalaciones judiciales asaltadas y quemadas simultáneamente, tantos aeropuertos atacados a la vez.

A pesar de esta alarmante situación, todavía muchos políticos y opinólogos no calibran la gravedad del ataque que está sufriendo el Perú.

Los caviares e intelectuales izquierdistas –y también varios que no lo son- siguen repitiendo sandeces como que estas asonadas se explican por la ausencia del Estado, la pobreza o las desigualdades sociales. Todo eso, por supuesto, existe, pero no es la causa de que bandas de delincuentes se hayan apropiado de un tramo de la Panamericana norte en Chao y Virú, cobrando cupos a los transportistas y asesinando al que se negó a pagarlo.

Ni que otras pandillas se hayan apoderado de la Panamericana sur en la zona conocida como Barrio Chino, haciendo lo mismo.

Pero incluso los que son conscientes que las causas de esta gravísima situación no se explican por esas necias elucubraciones, sino por el asalto de una coalición de los herederos del terrorismo derrotado, con florecientes y cada vez más poderosos grupos ilegales, son incapaces de ponerse de acuerdo para buscar una salida realista a esta crisis que ya ha provocado medio centenar de muertos, miles de millones en pérdidas y que no tiene visos de solución.

El Gobierno, conducido por una izquierdista ex socia de Pedro Castillo hasta hace poco, no se atreve a actuar con firmeza y se mueve al compás de las olas, adonde lo lleve el viento. El PCM Alberto Otárola advierte con aparente firmeza que las fuerzas del orden van a hacer cumplir la ley. Y Dina Boluarte hace un llamado a sus “hermanos y hermanas” a tomar Lima pacíficamente, violando el decreto que declara el estado de emergencia y que prohíbe las movilizaciones, tranquilas o violentas, que ella acaba de firmar.

Muchos se entusiasman cuando la Policía, en una operación impecable, desaloja a los invasores de San Marcos, impidiendo que esa universidad se convierta otra vez en un refugio de terroristas como en la década de 1980. Para escuchar con estupor poco después al tembleque ministro del Interior decir que él no sabía nada, desautorizando a la Policía. Y a Boluarte pedir perdón a los vándalos.

Los ministerios de Defensa e Interior publican un recio comunicado que suscita esperanzas en la mayoría de peruanos que quieren vivir y trabajar en paz, para darse cuenta luego de algunos días que la esperada decisión de actuar era una amenaza vana que no estaban dispuestos a cumplir.

Finalmente, en medio del caos, la salida política de elecciones en abril de 2024 –en realidad solo atenuaría y pospondría en algo la crisis-, parece frustrarse.
Se requieren soluciones radicales, dolorosas pero indispensables, para defenderse del ataque del terrorismo comunista aliado con bandas de malhechores, que es la definición del socialismo del siglo XXI.