Gobierno ante la tormenta perfecta
El gobierno de Boluarte se encuentra en un punto crítico. Las circunstancias actuales se han ido configurando en pequeñas tormentas –o problemas–, que, al unirse, desencadenan una crisis de supervivencia. La estructura que respalda a este gobierno está cimentada en decisiones cortoplacistas y en contradicciones obvias. Además, carece de una dirección clara por la ausencia de un plan concreto para afrontar la pobreza, la inseguridad y las repercusiones de un fenómeno climático atípico, cuyo impacto desconocemos. Una reciente columna del economista Carlos Adrianzén, titulada “El periodo 2023-2026” destaca cuestiones de fondo que intensifican la turbulenta situación, que a continuación comento.
Primero, las contradicciones de los funcionarios de economía que negaron la recesión son evidentes. Con tasas de crecimiento anual negativas, es inviable sostener un discurso para reducir la pobreza. La tarea que demanda mayor prioridad y esfuerzo por atraer las inversiones privadas al Perú. Esta misión se vuelve compleja si los propios inversionistas nacionales no invierten. El debate sobre si la inflación o el crecimiento del PBI mensual sube o baja es irrelevante, porque omite la visión a largo plazo. Solo con altas tasas de crecimiento podemos recibir inversiones privadas hacia sectores estratégicos, como la minería.
Segundo, desde 2011, la ideología de izquierda en el poder ha atrapado al país en una espiral de mayor corrupción estatal y ha restringido la inversión privada. Hemos experimentado un declive económico que redujo el crecimiento del 5.7% al 1%, provocado por los gobiernos de izquierda que desalentaron las inversiones mineras mediante el intervencionismo, las trabas burocráticas y la propuesta de instaurar la Asamblea Constituyente. El gobierno debe adoptar un enfoque pragmático en sus políticas económicas y sociales, además, promover la inversión privada como motor del crecimiento.
Tercero, la inseguridad también desalienta la inversión. Los inversionistas dudan de establecerse en países con reputación negativa por su alta violencia y disturbios. Por ello, es urgente restablecer el orden público para enfrentar problemas sociales como el crimen y la extorsión que, en muchos casos, tiene origen externo. Para abordar este problema, se necesita de expertos en inteligencia que puedan analizar y comprender a fondo las causas de los delitos y proponer soluciones efectivas.
Cuarto, una comunicación inadecuada puede arruinar iniciativas y proyectar ineptitud. Sin expectativas de crecimiento para el próximo año, las propuestas técnicamente buenas pueden percibirse como malas. El gobierno de Boluarte debe evitar acciones desatinadas y mejorar su imagen. En marzo, Boluarte afirmó que quienes buscan desestabilizar su gestión son los responsables de un golpe de Estado. Pero, todos sus errores son ahora aprovechados por oportunistas interesados en generar inestabilidad porque tiene una agenda política progresista.
Si Boluarte desea sobrevivir a la inminente tormenta, debe actuar con pragmatismo, impulsando la inversión privada sin apegos ideológicos. Hay inversionistas interesados en el Perú. Según Apoyo Consultoría, el Perú recupera protagonismo como destino de inversión, liderando en América Latina en 2024. En febrero pasado, una encuesta de IPSOS indicaba que el 70% opinaba que las elecciones deberían ser en 2023. Esta es una perspectiva contradictoria. ¿Será compartida en el CADE 2023 con todos los ejecutivos asistentes?
Los esfuerzos del gobierno deben enfocarse en el bienestar general, lo que implica un sector público proactivo y fuerte que establezca marcos sólidos para atraer la inversión privada. Si alguien en el gobierno sueña con la tormenta perfecta, le recomendaría leer Daniel 4:27 del Antiguo Testamento: “Rey Nabucodonosor, por favor, acepte mi consejo. Deje de pecar y haga lo correcto. Apártese de su perverso pasado y sea compasivo con los pobres. Quizás entonces pueda seguir prosperando”.