Gobierna, Dina
Es inexorable que el fracaso de la mal llamada ‘Toma de Lima’ ha favorecido a la Administración de la presidenta Dina Boluarte, que ya tiene que empezar a gobernar o no va a poder quedarse, como anhela, hasta el 2026.
Solo participaron de la movilización unas 21 mil personas (de un universo de 33 millones de peruanos), de acuerdo a información del Ministerio del Interior, aunque algunos expertos indican que hubo menos gente en la capital. La marcha, respaldada por narcoterroristas de Sendero Luminoso, fue un fiasco, gracias a la labor de prevención y contención de la Policía Nacional: no solo los agentes detuvieron a delincuentes con piedras y explosivos, sino que aplicaron la inteligencia al dejar pasar a unos cuántos vándalos hasta la sede del Legislativo para luego dispersarlos.
La manifestación, además, puso en evidencia a los zurdos doble moral, como Verónika Mendoza, que, pese a quae apoyó al golpista Pedro Castillo, hoy pide la destitución de su compañera de plancha, a quien llama “asesina”, cuando la mandataria jamás ordenó matar a ningún facineroso en las movilizaciones de inicios de año, sino, todo lo contrario, porque decretó que las fuerzas del orden no usen siquiera perdigones de goma.
También se les vio el fustán a nefastos caviares, como la abogada Rosa María Palacios, que no dudaron en caminar al lado de Sendero. Palacios fue un rato a turistear al centro de Lima y acabó su jornada de lucha con unas chelas bien heladas; mientras sus necios seguidores comían gas lacrimógeno.
Ahora bien, Dina Boluarte no puede cometer el error de sentirse ganadora y continuar en modo avión. Es momento de que anote un gol, porque, nos gusten o no las encuestas, su aprobación es ínfima en todas.
La inseguridad ciudadana, a causa de las bandas delincuentes de extranjeros (venezolanos en su mayoría), es una oportunidad para ella. Tendría que liderar una guerra sin cuartel contra la criminalidad. Para eso, necesita empoderar discursivamente a la Policía y, a su vez, destinar recursos económicos para fortalecer a la institución.
No puede, de ninguna manera, seguir perpetrando yerros. Nombrar a la cuestionada vizcarrista Rosa Gutiérrez como jefa de EsSalud, luego de su pésima gestión ante la epidemia del dengue, fue un insulto a todos los peruanos. Afortunadamente, Gutiérrez, según el Ministerio de Trabajo, ya fue removida del cargo que jamás debió ocupar.
Si Dina Boluarte continúa disparándose a los pies, perderá el sostén de las fuerzas democráticas. La dignataria debe entender que su Gobierno, por ahora, está pegado con baba, debido a que quienes hoy la sostienen no votaron por la fórmula que integró junto al analfabeto funcional de Castillo. En cambio, sus aliados zurdos le han dado la espalda completamente. Urge, entonces, que consiga respaldo callejero. No le vendría mal mirar cómo Bukele le está haciendo frente a las maras en El Salvador.
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