Gobernante que se respeta
Es osado que el señor Castillo, que ganó el primer lugar de unas elecciones generales con menos del dieciséis por ciento de los votos, se irrogue representar al pueblo, sobre todo, cuando su sola presencia en el gobierno y sus primeros actos han logrado inestabilidad en los planos político y económico.
Un gobernante que se respeta evalúa sus decisiones incorrectas y si realmente quiere establecer un clima de estabilidad las cambia y explica las razones para ello; hasta el momento no ha pasado y no creo que pase.
Y creo que la razón es simple; su perfil de político es la de ser sindicalista y ha estado siempre acostumbrado a la protesta, es decir se ha formado para estar al lado de las demandas sindicales y no se ha formado para administrar el Estado.
Por ello, a la fecha, ha nombrado un gabinete de enfrentamiento en la que casi todos sus integrantes profesan una ideología de extrema izquierda y piensan que los cambios sociales se hacen con un criterio confrontacional. Además, desde el día que ha tomado formalmente el poder, sus reacciones para la gobernabilidad han sido lentas, sin los criterios técnico-políticos para establecer el orden y sus decisiones no han tomado en cuenta la gran desventaja de tener solo el veintiocho por ciento de representación en el Congreso.
Un gobernante que se respeta asume responsabilidades y no cae en el silencio cómplice de la incompetencia; esconderse genera interpretaciones negativas que para alguien que gobierna se convierte en un elemento nefasto que origina negativas interpretaciones y percepciones. El gobernante que se respeta da la cara, se somete al escrutinio de la prensa, da cuenta de sus actos con total transparencia y afronta los problemas.
Si analizamos las propuestas de él, de sus operadores y portavoces políticos, todas están encaminadas a cambios radicales como el de una nueva constitución política, como si el problema del país radicara en un texto que puede ser modificado por el Congreso. El problema del país no está en el cambio de la carta magna que ha dado resultados en el crecimiento económico, sino de tener mejores gestores en el gobierno que sepan administrar y distribuir mejor la riqueza creada por la inversión privada.
Un gobernante que se respeta fomenta el crecimiento económico y no el “espanto” de los agentes que crean empleo y generan más impuestos.
El gobernante que se respeta no le hecha la culpa a nadie y afronta los problemas.
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