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Geopolítica del crimen

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Fecha Publicación: 03/06/2025 - 22:40
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El crimen se ha generalizado en Latinoamérica y, además de amenazar la vida humana, constituye un verdadero desafío a la soberanía de los Estados. La política, en su dimensión geográfica, está asociada a las dinámicas del ejercicio del poder, donde el Estado tiene el patrimonio de ejercerlo en cada metro cuadrado de su territorio. Ello es universal y un fundamento del Estado-nación que hoy el crimen pone en cuestión.
A las rivalidades entre los Estados por intereses nacionales, les ha salido un alfil transnacional que no cree en leyes, fronteras ni soberanías, y que compite con los Estados para utilizar, controlar y, dado el caso, liberar territorios para fines delincuenciales. El crimen transnacional arremete en casi todos los países de la región con rasgos similares y diferencias de intensidad, creando en muchos casos situaciones de “casi anarquía”, donde la extorsión, sicariato, trata de personas, tráfico de armas son crímenes derivados, y el narcotráfico y la minería ilegal son plataformas logísticas, además de crímenes en sí mismos.
Algunas de las organizaciones criminales transnacionales que amenazan la vida de los ciudadanos y la seguridad nacional son: los mexicanos cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que operan en más de 60 países; las Maras Salvatrucha y Barrio 18 de El Salvador, que si bien han sido controladas por Bukele, operan en muchos otros países; los venezolanos Tren de Aragua y el Cártel de los Soles, que van desde la extorsión hasta el narcotráfico; el Clan del Golfo, el Comando de la Frontera y el ELN colombianos; los Choneros y los Lobos ecuatorianos; los Pulpos peruanos que actúan en Perú y Chile, entre otros.
Recientemente, una patrulla de 11 militares de las FFAA ecuatorianas fue asesinada en una emboscada del crimen organizado en la provincia de Orellana. Por otro lado, las FFAA peruanas atacaron a un grupo de delincuentes colombianos sobre el río Yaguas, a unos 30 kilómetros dentro de territorio peruano, en la provincia de Putumayo. Un delincuente fue abatido y armas de guerra y abundante munición fueron decomisadas. Los infiltrados pertenecerían a grupos residuales de las FARC dedicados al crimen. Ello reafirma que la defensa nacional está en cuestión, no por amenaza de otro Estado, sino por el poder criminal.
Hay factores que refuerzan el crimen transnacional: la infiltración en la política y los gobiernos, el uso de menores por ser inimputables, la reinversión cruzada de dinero ilegal del narcotráfico en minería ilegal y viceversa, el control de cárceles desde donde se dirige el crimen, el uso de comunidades vulnerables —principalmente nativas— y, por cierto, el uso de violencia extrema que genera terror y doblega a las sociedades en su vocación de paz. Muy grave es la poca acción de la inteligencia financiera, pues el lavado de activos finalmente cierra el círculo del crimen y lo fortalece.
¿Cómo combatir el crimen transnacional? Con un esfuerzo multinacional que suponga acuerdos entre Estados. Un gran problema es, sin embargo, que algunos Estados como Venezuela son cogobernados por el crimen y en otros es auspiciado. Se pueden hacer alianzas con países como El Salvador, Ecuador, Paraguay, Argentina, en tanto el Perú tenga pronto un gobierno que entienda el fenómeno y no tenga miedo en combatirlo con la fuerza de la ley y las armas, asumiendo las responsabilidades derivadas, por un mejor país para las siguientes generaciones. Es un deber hacerlo y, primero, comprenderlo.

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