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Generación Z y la agonía de las AFP

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Fecha Publicación: 23/09/2025 - 21:00
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El fin de semana, mil jóvenes muy bien organizados ejercieron su derecho a la protesta en Lima, bajo una convocatoria del colectivo “Generación Z” y utilizando banderas One Piece, conocidas internacionalmente por protestas en Nepal e Indonesia. El gobierno envió 5,000 efectivos policiales para contener las marchas. Afortunadamente, los enfrentamientos no escalaron a mayores actos de violencia.
Las demandas del colectivo se agrupan en cuatro ejes: las muertes ocurridas en las protestas 2023, críticas al sistema de pensiones, lucha contra la delincuencia y exigencia de vacancia para Dina Boluarte. Pero ningún movimiento político ni personajes públicos reconocidos se sumaron al evento. ¿Cómo entender —en perspectiva— a este movimiento social en formación que recién asoma en el ámbito público y político?
La Generación Z nació entre 1995 y 2000. Son nativos digitales y conocen el mundo a través de smartphones, internet de alta velocidad y redes sociales. Prefieren los videos cortos, imágenes y plataformas como TikTok, Instagram o YouTube. Valoran la igualdad de género, la diversidad cultural y la defensa de los derechos humanos. Les interesa el cambio climático, la sostenibilidad y el consumo responsable. Buscan flexibilidad laboral, emprendimiento y experiencias que desarrollen habilidades. Desconfían de mensajes publicitarios tradicionales y aprecian la transparencia. También conocidos como Zillennials, su influencia más significativa es el uso generalizado del teléfono inteligente. Actualmente, los mayores están a punto de terminar su vida universitaria o en busca de un empleo, mientras los más jóvenes viven el dilema de elegir una carrera para estudiar.
En Perú representan el 21 % de la población (casi 7 millones de peruanos). Aproximadamente 2.5 millones ya forman parte del mercado laboral formal e informal. No es una coincidencia, por ello, que la reforma de las AFP haya sido el detonante de su aparición pública. Pragmáticamente, y considerando el fracaso de las AFP como sistema previsional, los estaban obligando a entregar —de manera confiscatoria— un porcentaje de sus ingresos, sin tener claro qué recibirían a cambio cuando se jubilen. ¡Todo mal!
Lo cierto es que este movimiento social en formación encontró en la agonía del sistema privado de pensiones (herido de muerte tras la aprobación del octavo retiro), el pretexto perfecto para dar a luz su incursión en la escena contemporánea. No es casual que estos 2.5 millones de peruanos votarán por primera vez en una elección presidencial.
El reto es proponer una plataforma política que los incluya como colectivo, levantando banderas como Transparencia, Justicia y Participación Ciudadana. Pero quien los convoque deberá comprender que una de sus principales características es que su activismo no empodera liderazgos carismáticos o tecnocráticos únicos, sino muchos liderazgos en simultáneo que no responden a estructuras jerárquicas verticales. He aquí la clave para entender su afiliación a las causas políticas. Quien no lo comprende, mejor es que no se ponga frente a ellos. Podría ser pulverizado por una masa que jamás le dirá quién lideró su marcha por encima suyo.

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