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Gaza: la sombra de Hamás y la paz que aún no despega

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Fecha Publicación: 06/10/2025 - 22:20
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Después de casi veinte años bajo el control de Hamás, Gaza sigue siendo una herida abierta en el mapa del Medio Oriente. La franja es hoy un territorio destruido, con servicios colapsados, una economía hundida y una población que sobrevive entre los escombros. Hamás, que gobierna desde 2007, no solo ha manejado la política y la seguridad, sino también la vida cotidiana: controla desde la recogida de basura hasta la educación, imponiendo su influencia incluso en las escuelas, donde organismos internacionales han advertido sobre el adoctrinamiento político. Aunque gran parte de su estructura fue devastada tras la guerra de 2023, la organización sigue operando a través de redes civiles locales que mantienen a flote los pocos servicios básicos que quedan.
Pero la verdadera noticia llegó esta semana: Israel aceptó el plan de paz impulsado por Donald Trump, que busca un alto el fuego inmediato, el intercambio de prisioneros, una retirada gradual de las tropas israelíes y la creación de una administración civil internacional que gobierne Gaza temporalmente, sin el control ni de Hamás ni de la Autoridad Palestina. Según fuentes diplomáticas, el alto el fuego entraría en vigor apenas Hamás confirme su adhesión al acuerdo. Hamás, por ahora, no ha dicho que sí ni que no, pero ha mostrado disposición a conversar, siempre que se asegure el ingreso masivo de ayuda humanitaria y la reconstrucción de la franja sin exigirle un desarme total.
El posible entendimiento entre ambos lados abre una rendija de esperanza, aunque nadie se atreve a celebrarlo todavía. Los antecedentes no ayudan: acuerdos rotos, promesas incumplidas y líderes que dicen una cosa ante las cámaras y hacen otra en el terreno. Israel mantiene su postura de garantizar la “seguridad total” y no permitir que Gaza vuelva a ser un foco de ataques. Hamás, mientras tanto, sigue tratando de conservar poder político en un territorio devastado, con una población harta de guerras y bloqueos.
En medio de todo, la gente común paga el precio más alto. Según la ONU, más de un millón de gazatíes carecen de agua potable y los hospitales apenas funcionan. La vida cotidiana es un infierno. La comunidad internacional se pronuncia, pero actúa poco. Los países árabes apoyan el alto el fuego, aunque piden que Israel asuma responsabilidades por la destrucción y que se concrete, de una vez, una verdadera solución de dos Estados.
La Autoridad Palestina, debilitada y sin legitimidad en Gaza, no logra recuperar protagonismo. Su regreso al poder en la franja sería parte del plan, pero muchos palestinos no confían en ella. Así, el destino de Gaza parece estar otra vez en manos de otros.
Si esta vez el acuerdo avanza, podría marcar el principio del fin de una era de sangre y desesperanza. Pero si fracasa (como tantos otros), Gaza seguirá atrapada entre la represión de Hamás, el bloqueo israelí y la indiferencia del mundo. Porque la verdad, por dura que sea, es que Gaza no necesita más discursos: necesita, de una vez, una paz con dignidad.

Por Jorge Céliz Kuong

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