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García, mi profesor

Fecha Publicación: 21/04/2019 - 21:20
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Conocía a Alan García más o menos a los 17 años en la universidad; él nos daba charlas los sábados. Eran evidentes sus conocimientos y capacidad oratoria. Luego lo veía en el Congreso cuando fue diputado y tuve, con el tiempo, el honor de acompañarlo desde el Congreso hasta Palacio de Gobierno luego que jurara por primera vez el cargo de presidente de la República.

Con los años y gracias a Javier “Pocho” Tantaleán, fui su alumno de la primera promoción de la Escuela de Gobierno de la Universidad San Martín de Porres; tuve la oportunidad de oírlo todos los jueves por dos años y en cada oportunidad por dos horas. Fue en ese recinto y 22 años después de haberlo escuchado por primera vez, que lo volví a ver.

Sus clases magistrales, la primera fue la explicación política del comportamiento de Jesucristo, durante sus años públicos; la composición de su gabinete –que era la designación de sus doce apóstoles– y cómo para ello había considerado a los seguidores de Juan el Bautista, para equilibrar las fuerzas imperantes en ese momento. De cómo Jesús tenía su equipo de avanzada antes de visitar algún pueblo, etc.…

Alan tuvo la inteligencia de llevar a nuestras clases a exgobernantes, nacionales y extranjeros. No le importaba el color político de sus invitados, lo importante era que sus alumnos recibieran la experiencia de los que realmente habían gobernado y no de quienes ni siquiera habían administrado una bodega.

La primera evaluación pública fue delante de los medios de comunicación; si quieren gobernar, nos decía, deben perder el miedo a las cámaras de televisión. Recuerdo que hubo dos grupos para el debate público, el tema era la reforma agraria; un grupo la defendería y el otro la criticaría. Nos preparamos para ello unas tres semanas. Cuando el día de debate subimos al escenario para iniciar la discusión, nos preguntó a viva voz; ¿a su grupo le toca defender o criticar? La respuesta fue; defender. Está bien, nos dijo, pues ahora tendrán que criticarla. En ese instante todos en el grupo nos miramos y nos preguntamos: ¿por qué el cambio? La explicación que recibimos después es que el político tiene que estar preparado para defender hasta lo que no cree.

Ese era García, mi profesor, el que daba clases de sabiduría y no solo de conocimiento. Aquel que te preparaba para el mundo real y no para el mundo del papel. Descansa en paz.

JOSÉ CEVASCO

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