¡Ganó Trump!… ¿y?
La elección de Trump, en términos generales, representa la exigencia de gran parte de su población para reimplantar el orden interno, liderar en el ámbito internacional en lo político y económico, aplicando decididas políticas nacionalistas-proteccionistas que posibiliten su readaptación al mundo globalizado interconectado que los EE. UU. y el resto de Occidente construyeron.
EE. UU. ya no es más el fiero defensor del libre mercado a ultranza. Ahora que surgieron potencias que le compiten y hasta lo superan, como es el caso, por ejemplo, de la producción de automóviles con energía eléctrica, optará muy probablemente por proteger la producción interna aplicando medidas arancelarias y paraarancelarias; es decir, ¡se cerrará! Para ello, me parece, entre otros, tendrá como su radical alfil directriz a Elon Musk, quien ha recomendado a Trump poner en orden la casa, reduciendo el gasto público ineficiente, que en realidad es corrupción disfrazada, asimilada, mimetizada de burocracia.
Trump necesita reimplantar el orden interno. Para ello, impondrá, de ser necesario, políticas contra la inmigración ilegal, buscará erradicar la inseguridad, la delincuencia importada. Él sabe que debe configurarse como un presidente al frente de un Estado Leviatánico, fuerte, poderoso, controlador, sancionador, al que nadie ose irrespetar, al que todos teman.
Para volver a ser el hegemón, para ser el líder en el ámbito internacional, Trump necesita estabilidad interna, fortalecer su economía, proteger su industria. Los EE. UU., con Trump al frente, estoy seguro de ello, ingresarán a una etapa liminal, de reconfiguración, de ensimismarse, de reencontrarse. Además, no soslayemos que a Donald Trump lo caracteriza el pensamiento mesiánico paternalista: es patriarcal, proteccionista; claramente es populista; no cree en el globalismo ni en el calentamiento global. Es un nacionalista a toda madre que, después de fortalecerse, irá con todo para recolocar a los EE. UU. en la vanguardia internacional.
Trump es consciente de que China, Rusia, India y otras nuevas súper potencias surgieron para quedarse. Entonces, como empresario que es, buscará el logro de objetivos asociándose, sobre todo, con países ricos en recursos naturales, evitando, en lo posible, que en América los BRICS ni siembren ni echen raíces; lo cual, por cierto, ya es algo tarde, me parece.
Quijotes, el nuevo gobierno de Trump necesariamente volverá la mirada hacia los países de la región, lo cual deberemos aprovechar, obteniendo lo mejor de lo que los EE. UU. nos pueda ofrecer, así como lo mejor de lo que los BRICS y otras potencias quieran hacer y necesiten proponer.
Quijotes, creo en la libertad de empresa, no creo en el globalismo, creo en la protección de la industria interna, creo en que el Perú, como parte de un mundo globalizado e interconectado, debe actuar de manera autónoma en algunos aspectos, pero corporativamente en otros.
Hermanos peruanos, el país necesita gobernantes que sepan aprovechar lo mejor de cada situación; el Perú, para la elección de 2026, requiere de su Inkari reconstituido en un gran gobernante con visión de futuro.
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