¿Ganó la delincuencia?
Con gran realismo, el ministro del Interior, Carlos Malaver, el octavo en este gobierno, declaró días atrás que el desborde criminal que vivimos recuerda a la violenta época de Sendero Luminoso. A la subversión la derrotamos, pero fue muy cruento y le restó al Perú vidas y crecimiento económico. En la época, el periodista inglés Simon Strong publicó el libro Sendero Luminoso, el movimiento subversivo más letal del mundo, título que ilustra bien el terror y el horror que vivimos.
Actualmente, la delincuencia nos tiene en una permanente zozobra. No sabemos en qué momento nos robarán, nos asesinarán, nos cruzaremos con una balacera, nos extorsionarán o nos estafarán. Como con Sendero, combatir al crimen nos encuentra poco preparados. La Policía Nacional del Perú (PNP) carece de equipamiento adecuado, requiere de mayor inteligencia y preparación, y faltan efectivos. El gobierno de Sagasti la descabezó, mandando al retiro a 18 generales, una verdadera razzia. Pedro Castillo hizo lo suyo y la presidenta Dina Boluarte, con dos años y medio en el cargo, algo la ha equipado, no lo suficiente. Tanto cambio ministerial conspira contra la indispensable estabilidad institucional.
Miremos al Congreso. Aunque concentrado en lo electoral, ha dado dos leyes fundamentales: permitir a la Policía el uso de armas en flagrancia y devolverle el liderazgo en la investigación preliminar. La Fiscalía entró en rebeldía, obstaculizando la aplicación de esta última disposición. Además, libera a muchos delincuentes capturados por la Policía. Los casos abundan, la discusión es inútil. Con una Fiscalía politizada como la actual, en bronca con la Policía —por ende, con el gobierno—, corrupta además (se compra información y penas), resulta imposible enfrentar a la criminalidad de manera cabal. Además, se ha dedicado con furor a acosar a la presidenta Boluarte: 34 investigaciones y cinco acusaciones constitucionales en dos días. Como mono con metralleta. Nadie la frena.
El Poder Judicial poco ayuda. Se opone a la ley que procesa a menores de edad como adultos en delitos graves, y su lentitud es legendaria. Las cárceles son el último círculo del infierno, están sobrepobladas y desde ahí se delinque con total comodidad. Construir más penales es una discusión interminable. Amén de que nadie quiere una cárcel en su jurisdicción.
El delito se expande. No solo es extorsión y robo. Habita la minería ilegal del oro (está apareciendo en el cobre, ojo) y esta avanza por todo el país. Comenzó en Madre de Dios, pasó a Pataz, Arequipa, Nazca. La explotación del oro devino en una actividad sucia. Una onza de oro vale más que una vida. En Pataz asesinaron recientemente a 13 personas, en Caravelí a 14. En Arequipa, desde 2022, suman 30 muertos. El Congreso y la gran empresa no aportan alternativas. No olvidar nuestro intenso narcotráfico, que tiene zonas liberadas en el VRAEM.
La acción valerosa realizada por la PNP, que permitió abatir en la Vía Expresa a dos delincuentes, ‘Cuarto de Pollo’ y ‘Moñongo’, de la banda “Los Injertos del Centro”, nos alienta. Fue una acción coordinada y preparada. Lamentablemente, en el chip político criticar al gobierno (principal responsable) es ganar rédito electoral. Aunque parezca candelejón y sumamente iluso, si todos los sectores no trabajan para el objetivo: combatir al crimen y salvar nuestro pellejo, poco se podrá hacer. Estamos absurdamente polarizados. ¿Alguien dijo unidad?
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