Gánale al tiempo perdido
Escucho con frecuencia a personas decir: cómo quisiera tener determinada edad para hacer tal cosa, otros dicen: quise estudiar determinada profesión y no lo pude lograr, y otros comentan: más adelante estudiaré; sin embargo pasan los años y siempre tienen la misma respuesta, justifican su no accionar, no se aceptan que no les gusta trabajar, estudiar, progresar, ser alguien en la vida, valerse por sí mismos, buscan siempre apoyarse en terceras personas y al abrir los ojos de la reflexión algunas veces es demasiado tarde.
Conozco el caso de una persona proveniente de una familia constituida, que en el penúltimo año de terminar su secundaria repitió el año, no siendo aceptado en el colegio, lo que obligó a los padres a cambiarlo de colegio repitiendo el quinto año de secundaria sin comunicar a los padres lo sucedido. Después de tres años decidió decir la verdad terminando el quinto de secundaria en un colegio particular y posteriormente ingresó a la universidad; sin embargo a los tres años de terminar la carrera abandona los estudios por ningún motivo de fuerza mayor, sino por llevar una vida disipada sin ninguna responsabilidad, perfilando una personalidad inmadura sin mayores ideales que el conformismo de un sueldo magro, ad portas de jubilarse sin haber terminado una profesión que la dejó inconclusa por dedicarse a los placeres de la vida sin haber sembrado ni cosechado absolutamente nada, reflejando al hombre mediocre sin metas, objetivos ni fines.
Otro caso de ausencia de ideales, proyectos, se trata de una persona que fue educada en el extranjero, bajo cuenta, costo y riesgo de sus padres, escribiéndole a sus padres que había aprobado determinados cursos, pero resultado de cuentas este eterno estudiante nunca terminó de estudiar se hizo de obligaciones, responsabilidades, casado con hijos y nietos; y un día que fue de visita a su país se encontró con unos colegas que había estudiado en el extranjero y le pidió a su hermano que se encontraba con él, que dijera a sus amigos si le preguntaban si se había graduado, le dijera que sí. Una persona que vivía de la apariencia sin construir contenidos.
Pero la perseverancia, voluntad de ser alguien en la vida está dentro de nosotros. Este es el caso de una persona de unos treinta y cinco años que se gana la vida lustrando zapatos, es uno de los mejores lustradores de su zona, no le faltan clientes, hacen cola para atenderse, padre de familia, estudia en la noche cuarto de secundaria con buenas notas, siente la necesidad de terminar su secundaria y estudiar una carrera y recuperar el tiempo perdido, mirando hacia adelante, el pasado quedó en el recuerdo, está persona es consciente de que no pudo estudiar en su momento por diferentes razones que no vienen al caso. Lo importante es que le ha ganado al tiempo perdido, se siente motivado, no quiere quedarse toda la vida limpiando zapatos, desea ser una persona más productiva; de repente, forma una cadena de puestos de lustrar zapatos u otro trabajo que le otorgue estabilidad emocional y económica; por lo tanto, cada ser humano es arquitecto de su propio destino.
Luis Sánchez Gonzales