G3
Hemos llegado al día 14 de la cuarentena. Increíblemente, se han invertido los papeles. Ahora somos los seres humanos quienes observamos asustados desde nuestras jaulas cómo nos vence el día o cómo lo sobrevivimos con la esperanza de derrotar al virus que nos amenaza, el asesino invisible que ya cobró miles de víctimas. Hace un mes era inimaginable este panorama. Deambulábamos en las calles con la soberbia de sentirnos, irreprochablemente, los amos del universo; los estúpidos He Man que aprendimos a convivir con el desprecio de los necios. Nosotros éramos “los dueños”, la voz determinante, los pilotos de la historia: nos acostumbramos a excluirnos del paraíso, le dimos la espalda a todo aquello que, ahora, añoramos. Extrañamos la esquina del desayuno, la banca del parque, el menú de doce soles donde nos dábamos el lujo de pedir otro vaso con refresco mientras nos olvidábamos de socializar, en vivo y en directo, porque estábamos atrapados en la pantalla del celular, pendientes de asuntos intrascendentes. Hasta hace un mes yo pensaba que mi generación sería la generación de la tercera mundialización, de la revolución de las telecomunicaciones. Craso error.
Decíamos que la tercera guerra mundial sería económica, no nos equivocamos. El mundo está asistiendo en este momento a su tercera guerra, una guerra de baja intensidad que ha desestabilizado el viejo orden con la liberación del Covid-19 que tiene a todos los habitantes de la Tierra confinados en sus casas. Se trata del choque de dos países imperialistas (EEUU/ China) disputándose el control del mercado. A ellos no les importa que haya muertos, no les interesa exponer a nuestros niños y ancianos. Lo trágico es que los gobiernos de todas las naciones saben quiénes son los responsables de la pandemia, pero como es un enfrentamiento atípico, sin declaratoria, la voluntad se reduce a proteger sus poblaciones, a recurrir al asistencialismo como única medida para sobrevivir. A nosotros nos toca pelear aislándonos. Tengo 41 años, mi generación es la generación de la tercera guerra.