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Fujimori histórico

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Fecha Publicación: 17/09/2024 - 22:00
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Bali (Indonesia).- Hago un alto en mi travesía por el sudeste asiático, y frente al océano Índico dedico esta columna a la muerte de un personaje como Alberto Fujimori. Su partida genera, por cierto, una encendida, aunque inútil e innecesaria polémica, que promueven en especial los sectores de izquierda moderada, que jamás le perdonarán haberles quitado un lugar protagónico en la historia contemporánea, tras derrotar a Sendero Luminoso.
Lo cierto es que Alberto Fujimori representa mucho más que reinserción económica y derrota del terrorismo senderista para el país. Representa el inicio del primer ciclo tecnocrático moderno en el Perú, un ciclo que duró 28 años y culminó con la estrepitosa caída del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Lo más irónico de esta historia es que el final de este ciclo tecnocrático estuvo en manos de su propia hija, quien por esas cosas del destino precipitó, a través de la bancada de Fuerza Popular, el inicio de un nuevo ciclo político, forzando la renuncia de PPK y dejando el poder en manos del expresidente Martín Vizcarra.
El ciclo político anterior lo inició el militar Juan Velasco Alvarado en el año 1968 y culminó con el fracaso de la partidocracia que administró la vuelta a la democracia con el segundo gobierno de Belaunde y el primer gobierno de García, pero tuvo su derrota final ese fatídico 5 de abril de 1992, cuando Fujimori rompió nuevamente el ciclo democrático, aunque rectificó rápidamente el curso con la convocatoria al Congreso Constituyente Democrático de 1993.
Este legado tecnocrático es el que permitió a los gobiernos que sucedieron a la caída del fujimorismo albertista continuar un crecimiento económico que sentó bases importantes para que el Perú haya podido resistir la pandemia del COVID-19 sin dañar la estructura macroeconómica. Pero tras el inicio del nuevo ciclo político, que resulta sumamente precario en el manejo del aparato estatal y el diseño de políticas públicas, el país comienza a sufrir el embate de una mediocridad técnica que ya nos hace extrañar los tiempos del primer gobierno del chino Fujimori. La muerte de Alberto lo convierte hoy en ese personaje histórico que los fujimoristas esperaban. Ya no será simplemente un político de coyuntura contemporánea.
La gran pregunta que todos nos hacemos, sin duda, es ¿cuál será el destino de Fuerza Popular o el fujimorismo keikista tras la muerte del padre fundador? La respuesta, por cierto, la tienen solo ellos. En principio, y sin hacer mayor aspaviento, el legado de Alberto es suficiente para tener un alto impacto en las próximas generaciones de peruanos. Pero esa historia debe contarse. Eso significa que el partido debe convertir al padre en un mito fundador, así como los apristas hicieron con Haya de la Torre. La historia de Fujimori lo permite. Les cuento que sus detractores les llevan varios largometrajes de ventaja. Pero nunca es tarde. Son más los impactos positivos de la historia que los negativos, así que manos a la obra si quieren convertirlo en una oportunidad para relanzar un fujimorismo que ya es protagonista político. ¿Serán capaces de hacerlo?

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