Francisco Pizarro el civilizador

Ayer Lima celebró el 490 aniversario de su fundación. En un acto cargado de significado y reconocimiento de nuestro mestizaje, el alcalde Rafael López Aliaga, en compañía de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, develaron el monumento que representa al conquistador español Francisco Pizarro. No faltaron las críticas de los zurdópatas y fieles seguidores de la leyenda negra creada por los ingleses sobre la conquista española, para desviar las atrocidades perpetradas por el imperio británico en su apropiación, a sangre y fuego, de tres cuartas partes del planeta.
Francisco Pizarro ha vuelto al Centro Histórico de Lima, al Pasaje Santa Rosa. La autoridad madrileña dijo: “Pizarro no solo fue un conquistador, sino un hombre visionario que entendió que el Perú sería mestizo o no sería”. De hecho, Pizarro tuvo descendencia con una de las hermanas de Atahualpa, generando ese mestizaje que el tradicionalista Ricardo Palma inmortalizó con: “En el Perú el que no tiene de Inga, tiene de Mandinga”.
Existen dos réplicas de la estatua de Pizarro, una en su tierra natal, Trujillo de Extremadura, y la otra en Búfalo, Nueva York. El alcalde Rafael López Aliaga también repuso, junto a Palacio de Gobierno, el monumento en honor a Taulichusco, el último de los curacas de Lima, y con ello dejó en claro nuestro origen nativo e hispano. Somos, pues, parte de la Iberósfera y por nuestras venas corre sangre hispana, salvo que se sea de un grupo no contactado.
La grandeza de Pizarro es incomprendida y ha sido profundamente maltratada por los historiadores. En 2016, la historiadora Carmen Martín Rubio, autora de Francisco Pizarro: el hombre desconocido, dio una entrevista al diario ABC de España en la que, basándose en los documentos estudiados y presentados por el historiador peruano Guillermo Lohmann Villena, afirmó que el auténtico Pizarro dista muchísimo del presentado por la leyenda negra. “Tenía un objetivo claro, al que dedicó la mayor parte de su vida: conquistar los territorios de los que había oído hablar veinte años antes. No era codicioso ni cruel. Murió completamente arruinado”, dijo en esa entrevista Carmen Martín Rubio. Explicó, además, que no es el destructor del imperio inca ni quien superpuso una cultura, sino quien “reclamó con insistencia que se respetaran los territorios originales de los incas y promovió leyes para proteger a los indígenas, como se comprueba en su correspondencia”.
Francisco Pizarro participó en el descubrimiento del Mar del Sur, en 1513, con Núñez de Balboa, y fue un personaje importante, un capitán del Ejército de la Corona, que organizó ejércitos y barcos con dinero, a riesgo propio. Murió arruinado tras años de formar ejércitos y fundar ciudades.
Carmen Martín Rubio afirma que Pizarro se encargó de que las tierras de la gente se respetaran. En 1542, las Leyes Nuevas de las Indias fueron el primer hábeas corpus en defensa del débil. “Para nada se les puede calificar de genocidas. Ocurre que esa palabra vende y se recurre a ella con demasiada facilidad”.
En el Perú, Pizarro entendió que la población debía entroncarse y, pues, aquí estamos.

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