Francisco para la historia
Ayer, en el Perú, y seguramente en gran parte de occidente, la mayoría de los fieles católicos madrugamos para seguir en directo las exequias del Papa Francisco, cuyo legado como jefe de la Iglesia y como jefe de Estado, ha trazado el decurso de la sociedad internacional contemporánea. Hasta el Estado de la Ciudad del Vaticano, sujeto del derecho internacional como el Perú, se dieron cita monarcas, presidentes, príncipes, primeros ministros, cancilleres, etc. en representación de sus naciones. Todos querían darle el adiós al líder religioso más importante del siglo XXI. Un reformador por excelencia para una Iglesia que pedía a gritos su adecuación a las nuevas exigencias de la sociedad internacional, dominada por la globalización y por lo que será, en su dimensión realmente totalizadora, la inteligencia artificial, todavía en una etapa, a mi juicio inicial o de gestación. El volumen o connotación de sus referidas exequias hasta ha permitido que se hallen juntos o confundidos en el acto religioso, una diversidad de actores relevantes de la coyuntura internacional, y eso solamente puede ser la consecuencia del impacto que produjo el discurso de un religioso que todo el tiempo que estuvo en este mundo, se atrevió y que nunca doblegó en su predica pegado al Evangelio, y al magisterio de la Iglesia, en señando a superar los prejuicios a una gran parte de la comunidad internacional, envuelta en un statu quo, casi siempre conformista y progresivamente empírico, y hasta alejado de los valores de legados por Jesucristo. Francisco fue humilde hasta los huesos. Sin duda, esta condición de vida, en él, que fue parte de su estado de naturaleza, será su mayor legado para una humanidad que muchas veces se ha dejado ganar por la frivolidad y la indiferencia, perfectas parteras de individualismo. Vivió franciscanamente y esa fue gran parte de su grandeza como sacerdote y como prelado de la Iglesia de Dios. La suerte de la comunidad eclesial que Francisco ha dejado practicando el ecumenismo, dependerá en gran parte de quien sea elegido papa en el Cónclave que se abrirá paso en los próximos días, pues un pontífice que prosiga los cambios emprendidos por Francisco, que ha hecho historia, será lo más trascendente que le pueda suceder a la Iglesia en el momento actual. Francisco ya está en la gloria de Dios y esa realidad inmanente que nuestra fe nos promueve en afirmar con absoluta convicción, nos debe motivar para seguir su camino hacia el Reino de Dios.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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