Francia y su reconocimiento a la soberanía del Sáhara marroquí
Han pasado apenas algo más de dos años desde que España, con su presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2022), decidió su política exterior de Estado de completa adhesión al planteamiento de autonomía del Sáhara marroquí que el gobierno de Rabat presentó oportunamente ante las Naciones Unidas, y que ha sido considerado abrumadoramente como una propuesta seria, realista y creíble.
Y ahora, Francia, su vecino europeo, ha hecho exactamente lo mismo por medio de una carta que el presidente Emmanuel Macron dirigió al rey Mohamed VI de Marruecos el martes 30 de julio, Día del Trono, es decir, la fecha en que el monarca celebró los 25 años de su entronización, a la muerte de su padre, el rey Hassan II, en 1999.
Pero eso no es todo. Francia ha dado un paso más en su política exterior de Estado al reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Es decir, ha sido coherente con la histórica y pétrea Paz de Westfalia de 1648, que puso punto final a la Guerra de los Treinta Años en Europa, y cuyo mayor legado para el derecho internacional contemporáneo ha sido el referido principio de soberanía territorial, cualidad intrínseca y exclusiva de los Estados como Marruecos, que se halla inmanentemente unido a otro: el principio de integridad territorial, que Francia destaca como fundamento de fondo en la carta del presidente galo al monarca alauí.
Nótese que ahora se trata de los dos países europeos vinculados a la historia de Marruecos por su protagonismo durante la etapa en que llevaron adelante la colonización del territorio marroquí, o si se prefiere, los protectorados sobre este país árabe del norte africano durante la primera mitad del siglo XX, y que, por estos tiempos, actúan promovidos por razones fuertemente sensatas y frontales o de rechazo ante cualquier posibilidad separatista o secesionista como las promovidas por el Frente Polisario con apoyo de Argelia, el vecino que añora la cualidad geopolítica marítima de Rabat.
Pero, refiriéndome estricto sensu a Francia, que acaba de hacer noticia con su histórico paso reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, recordemos que no se trata de un Estado cualquiera.
En efecto, París forma parte del poderoso Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el órgano de la ONU que cuenta con la prerrogativa del monopolio del uso de la fuerza en el planeta, y la convicción de Versalles de conceder el espaldarazo a Rabat lógicamente debe interpretarse como un cierre de filas a la postura que había decidido Estados Unidos de América en 2020, también miembro del Consejo de Seguridad, también de reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
Acostumbrados a relevar las abrumadoras decisiones unilaterales de los Estados de la comunidad internacional en favor de la posición del reino de Marruecos sobre el Sáhara, quisiera destacar el eficaz y efectivo trabajo de su diplomacia en este objetivo de Estado tal como lo conciben su monarca y el pueblo marroquí.
La decisión de Francia, que es por partida doble –reconocimiento de soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y aceptación de la Iniciativa Marroquí de Autonomía–, abre la cancha para que más naciones del globo sigan decidiéndose por su apoyo a Marruecos, recordando que dicho reconocimiento confirma su postura de cercanía al Acuerdo de Madrid de 1975, que puso fin a la idea de la colonización del Sáhara marroquí.
Una vez desaparecido para el derecho internacional en ese año, desde entonces ha superpuesto sin detención el de la soberanía del Sáhara marroquí, emergido de la mano de una conceptualización dual, es decir, de respeto irrestricto del derecho internacional y de la aceptación de un enfoque pragmático que jamás se desprende de una visión comprensiva de la geopolítica del Sáhara concebido única, racional, jurídica y políticamente como parte de Marruecos.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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