Flores sin miradas
POR: ROBERTO CORES.
No fui cotidiano, constante ni fanático del Superba. Me gustaba llegar y sentarme en la mesa de esa esquina que me recordaba la esquina de Hemingway en la barra del Floridita. Tenía el total dominio de la escena y me era espacio cómodo y tranquilo para tomar una cerveza. Tal vez dos.
Dibujaba, tonteaba, miraba, mientras hacía tiempo que aflojara el lleno en el paradero y los ómnibus y no me daba la gana de caminar con ganas mi camino de regreso a casa en el que, ni cotidiano, continuo ni constante, también hacía pascana en la barra del Bar Inglés del Country.
Aquí y allá parte del motivo de mi recalar era ese tono que sin obligación se creaba con quienes cordiales me atendían, como a todo cliente, pero tenían un tiempo para preguntar cómo me iba, ver lo que podía mostrarles o dejarme hacerles una foto, si lo pedía.
Ahora, a lo que voy, y por lo que podría apostar, no mi cabeza ni el caballo del reino, viene de la Crónica del lunes anterior. La de los recuerdos piuranos de Roger Santivañez. Por falta de otras la acompañé de las fotos que con él y Domingo de Ramos, queridos amigos y tamaños poetas, hicimos una noche, julio 2014, en la que de casualidad coincidimos en el Superba. Territorio clave en la 28 de la Petit Thouars, con historia marcada por clientes habituales, normales, famosos y curiosos. Contadores, poetas, abogados, musas, músicos, pintores, más todo el abecedario de oficios y profesiones. Atraídos por la buena cocina y esa pregonada aura de bohemia llegan buscando ambiente y entre los obligados del menú, sopa criolla, lomo saltado, tacu tacu y fideos verdes con apanado, el chilcano de guinda, o como yo, mi cerveza. Tal vez dos.
Regresando. Mi apuesta iría a que, tal vez, ni ocho de ellos vieron, buscaron o se enteraron de los floreros que con tanta sutileza y para mi gusto un gusto preciso daban exquisita vida al mostrador.
No todas las veces que fui los fotografié. Tengo a la mano estas fotos. Otras andarán perdidas en alguna carpeta, en el disco duro del CPU que cambié o en ese usb azul que se trabó para siempre.