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Fíjate bien en dónde pones los pies, y siempre pisarás terreno firme

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Fecha Publicación: 11/12/2024 - 22:20
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El ser una persona responsable, objetiva, darte cuenta de lo que estás haciendo y no incurrir en errores que el día de mañana lamentarás, y, por supuesto, aprenderás de los mismos como experiencia de vida. Y si no aprendes, como muchas personas, nunca serás maduro y estás expuesto a perder muchas cosas como la libertad, el amor, ser libre de los pensamientos que condicionan la mente a tomar malas decisiones de acuerdo al desarrollo de vida.
Empero, es importante el lugar donde naciste, qué herramientas tuviste y tienes para seguir caminando, buenos hábitos, el respeto a las personas mayores, darle el lugar que les corresponde a los padres, al maestro que te enseñó a leer, comprender siempre que vivimos en una sociedad que está conformada por toda clase de individuos con costumbres, valores, ideales distintos o semejantes, y uno debe saber escoger las buenas amistades para aprender de ellas.
Cuán importante es respetar al amigo del barrio, al compañero de la escuela, el compartir actividades en común, ser observador. Como decían nuestros padres: “ojo, pestaña y ceja”, lo que significaba que donde ponías los pies pisabas terreno firme o fofo. De acuerdo a la edad del desarrollo, los sentidos van percibiendo qué conviene más a una persona, y, para lograrlo, hay que instalar en el interior de las personas “seguridad”, y eso se logra con el diálogo entre las personas, partiendo de la verdad.
Nunca hay que mentir; las personas se vuelven desconfiadas, inseguras, dubitativas. La duda se instala como una desconfianza permanente, y eso comienza desde los padres, en establecer una comunicación constructiva con los hijos. Debes absolverles sus interrogantes porque, si no, lo aprenden en la calle y, muchas veces, en forma distorsionada, como en el caso del consumo de drogas. No limitarse a decir: “eso no se hace porque es malo”, hay que explicarles las consecuencias que trae el consumo de drogas, partiendo de que esa conducta empieza a cualquier edad.
He conocido personas maduras en edad que se han iniciado a consumir con consecuencias fatales. En primer lugar, las personas comienzan con un consumo ocasional, en una reunión, amigos del barrio, imitación, acoplarse al grupo, curiosidad. Después se vuelve habitual, tres veces por semana, los fines de semana, y llega un momento en que las personas lo hacen en forma permanente. Se convierten en farmacodependientes, no pueden dejar de consumir todos los días, y las personas comienzan a desorganizarse en su apariencia física, se vuelven intolerantes, las relaciones en el hogar se convierten en disfuncionales: maltrato físico, psicológico, sexual, incumplimiento en las obligaciones del hogar. Empiezan a perderse las cosas del hogar, a endeudarse y engañar a la gente, pérdida del trabajo, los amigos se pierden, la persona se queda sola, afectando la salud.
El sistema nervioso empieza a colapsar, les invade la angustia, la ansiedad, depresión; terminan en un sanatorio porque su mente está deteriorada, no pueden valerse por sí mismos o terminan en la cárcel, porque roban, matan para conseguir dinero para la droga. No hay edad, ni clase social, ni apellido ni fortuna.
Es fundamental formar a las personas desde pequeños sobre los pros y los contras que pueden presentarse en la vida y las graves consecuencias. Hay que tener en cuenta que las tentaciones existen; incluso el más fuerte sucumbe. El débil, el dependiente, el no haber resuelto sus conflictos emocionales, se apegan a la droga como una tabla de salvación equivocadamente. Lo que sobreviene es la muerte.
Pero, si hemos formado una personalidad férrea, segura, que sabe lo que quiere y sabe decir “no” a los placeres de la vida: droga, alcohol, juego, apuestas, tabaco, pornografía, trata de personas, nunca tendrá problemas. Aun si se mueve en las tormentas, sabrá y estará convencido de que la calma llegará en cualquier momento, porque sabe el lugar que le corresponde y concluirá diciendo: “Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan, ese es mi plumaje.”

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