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Fiesta es fiesta

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Fecha Publicación: 13/10/2023 - 22:10
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¿Qué es más vistoso como noticia? La participación de una congresista (joven, fachosa, fiestera, tercera vicepresidenta del Congreso) en una celebración que finalizó con un muerto en los exteriores del local de reunión. ¿O el derrumbe sistemático y grosero del caso Lava Jato a cargo de los fiscales Rafael Vela y José Pérez? Sin duda, el primer caso ganó al segundo largamente, lo cual es lamentable. El robo que la empresa Odebrecht realizó en nuestro país corrompió a gran parte de la clase política nacional.
Lava Jato es el suceso más sucio de nuestra historia. Los presidentes Toledo, Humala, Kuczynski y Vizcarra se coludieron con la transnacional, arrastraron a funcionarios de sus gobiernos, conduciendo al descrédito a los hombres públicos. El ciudadano de a pie asocia automáticamente: político igual corrupto. Este megacaso afectó también la credibilidad del Poder Judicial y del Congreso, propiciando la descomposición de nuestra sociedad. Nadie cree en nadie, todos desconfían de todos.
Pocos medios y escasa opinión pública avizoraron esto desde sus inicios. Comenzó con el linchamiento mediático del entonces fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, le siguió otra campaña, el endiosamiento de dos fiscales, Vela y Pérez que ahora vemos, es innegable ya, son verdaderos tigres de papel. Nos clavaron un acuerdo con Odebrecht, cuestionado por algunos líderes políticos, donde entregamos las joyas de la corona y el ripio también. Inservible, pero fue santificado como si se tratara de la Biblia.
Recientemente, la cruda realidad cayó brutalmente sobre todos: Jorge Barata, el caco brasileño que corrompió conciencias y autoridades, se plantó en sus trece y nos espetó que no hablaba más. Comprobamos algo que se advirtió, la justicia peruana no accederá a ningún ‘codinome’, ni a los sistemas My Web Day y Drousys, la caja negra de Odebrecht. Nos cacarearon que ahí estaban nombres, montos, la verdad verdadera. Luego, hace poco, conocimos de unos ‘arreglillos’, soterrados y poco santos del Fiscal Pérez con los implicados, contrarios a nuestro código penal. Hizo lo que le dio la gana. En suma, todos procesos en curso se desmoronan. Difícil que haya condenas. Nos hicieron cholito.

Está fatal, injusta y turbia situación no está en la percepción de la mayoría de los peruanos. Conocen más del caso de la congresista Amuruz. Obvio, hay pachanga, imágenes del trasero de la parlamentaria repetidas incansablemente y, lastimosamente un muerto. Primero la ajusticiaron porque se ‘vacilaba’ cuando su colega Hernando Guerra García, segundo vicepresidente, estaba siendo velado en el Congreso. Extraña percepción moralista. Cierto, la señorita Amuruz tiene un cargo público. Luego apareció la relación con el cumpleañero. Que, si eran novios firmes, ‘maso’ nomás, tal vez un ‘clinch’.
La congresista no tiene ninguna relación con el condenable asesinato. La Policía afirmó que estaba en la fiesta cuando mataron al joven, tuvo que retractarse. Hasta que apareció el verdadero objetivo de todo el escándalo: que renunciara a la mesa directiva. Tres de su propia bancada votaron por ello porque Amuruz contrató al personal de su ‘noviete’, excongresista. Pero ello no es delito.
Los ‘niños’, los ‘mochasueldos’ quedaron atrás. Amuruz se ganó el premio mayor. La lapidaron. La llamaron muñeca de la mafia, antiética e irrespetuosa con los muertos. El silencio de la Fiscal de la Nación frente al caso LavaJato es ominoso. Exigimos una pronta explicación.

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