¡Festín de bi-llo-nes!
El más reciente operativo de desinformación ciudadana se orienta a una campaña para imponernos la compra de 24 aviones de guerra. Parece que Dina Boluarte y sus distraídos ministros estuviesen ciegos, sordos y mudos, rebasados por el Everest de problemas que sufre el país desde que Perú Libre -partido cuyo propietario es Vladimir Cerrón Rojas, alias “el prófugo”- huyera de la Justicia tras ser condenado por corrupción. Cerrón Rojas es un comunista forjado en Cuba durante dieciséis años por gente muy afín a Fidel Castro; tal como esa eminencia en inteligencia y maldades de enorme calibre llamada Carlos “Gallo” Zamora, quien cumplirá tres años fungiendo como embajador cubano en el Perú. A Zamora se le atribuyen sendas funciones clásicamente de contrainteligencia, más bien orientadas a agudizar las diferencias económicas, sociales, intelectuales, etc., que campean en nuestros países tercermundistas. ¿El objetivo? Imponer el comunismo en toda Latinoamérica como objetivo fundamental. Eso ya está ocurriendo en la mayoría de naciones latinoamericanas. Operativo manejado desde Cuba y México, países gobernados por mandatarios comunistas bajo el influjo de notables miembros del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.
Pero volvamos a la compra de 24 aviones. Se trata de naves de caza de fabricación francesa cuyo costo llegaría a $3,500 millones, que estaría adquiriendo el Perú en una coyuntura internacional de extrema volatilidad. Hablamos de un escenario político interno hipercorrompido, retroalimentado por el caos judicial existente, sumado a un ambiente crispado por la inseguridad ciudadana y envuelto en una latente crisis sociopolítica y económica acentuada durante el último lustro. Sin duda, daría la impresión de que al régimen Boluarte poco o nada le importa cómo andan las cosas en este país. Y pudiera decirse, incluso, que el boluartismo preferiría agudizar la crisis económica como parte del viejo esquema marxista que, reiteramos, consiste en tensar al tope las diferencias socioeconómicas para consolidar el comunismo en el país.
Si no, ¿a santo de qué, en una coyuntura geoestratégica tan delicada como la actual (inclusive con el riesgo de estallido de una posible conflagración internacional de gran proporción), el boluartismo saca de la chistera una propuesta para invertir $3,500 millones en adquirir naves de guerra? No es todo. La iniciativa gubernamental incluye la adquisición de dos aviones Boeing 737, uno de ellos para reemplazar a la actual nave presidencial; el otro, sabe Dios para qué. ¡O para quién! Aparte, el festival de compras sería financiado por el Banco Mundial vía un préstamo por trece mil millones de soles que afectaría nuestra balanza de pagos, fuera de los US$750,000,000 recientemente aportados a Petroperú. Según Walter Astudillo, ministro de Defensa, “todos los buenos peruanos deberíamos alegrarnos de que se le esté dando importancia a este tipo de inversiones”, subrayando que estas naves “contribuirán a fortalecer la defensa nacional”. Brillante descubrimiento. Astudillo aprovechó el pánico para arremeter contra los medios, llamándoles “pseudoanalistas que difunden informes tendenciosos y dañinos para el país”, al extremo de culparlos de “defender intereses foráneos que podrían calificar como traición a la patria”. ¿A cuánto ascenderán las comisiones, señores?
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