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¿Existe el "centro" autoritario?

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Fecha Publicación: 06/09/2025 - 04:50
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Las críticas que los ciudadanos oyen y emiten diariamente sobre las múltiples izquierdas y derechas nacionales  son entendibles. Se percibe que hay poco que rescatar y un recelo y rechazo a estas partes del espectro cada vez más sumergidas en populismos irracionales y no menores acusaciones de corrupción impunes. Pero, ¿qué pasa con los famosos "centros" políticos? ¿No han jugado ningún papel en el tóxico proceso politico pos-2000?

Desde hace no mucho se viene comentando sobre el "fujicerronismo" —una especie de "pacto de sobrevivencia de los extremos"—, como si fuesen las únicas fuerzas políticas decisivas en el Congreso. Pero nunca se ha hablado de lo que podría llamarse el centrobermejismo, como, por ejemplo, el que hizo que la congresista de "centro" Susel Paredes (ex Partido Morado) y otros colegas se ubicasen muy cómodos en coordinación y compartiendo bancada con Guillermo Bermejo, un vigente procesado por nexos con los narcosenderistas del VRAEM, junto a Guido Bellido y Vladimir Cerrón.

Se suele, pues, olvidar que sectores autoritarios caviares no solo dieron un golpe anti-Congreso en 2019, sino que también apostaron, en 2021, a un falso "centro" político que, en la práctica, hasta catapultó a posiciones de poder —en el Ejecutivo y el Parlamento— a extremistas de izquierda y prosenderistas, como Castillo, Cerrón, Bellido y Bermejo.

En Perú, muchos políticos, dirigentes, intelectuales y periodistas de "centro" fueron, inclusive, funcionales por años a las asonadas antimineras y sus narrativas. Curiosamente, hoy andan "preocupados" por las inversiones privadas. Que no sorprenda, entonces, que desde dentro y fuera del Congreso estas complicidades relancen una conflictividad proviolenta, apuntando a influir en el próximo proceso electoral. Los persistentes anhelos por una estatista Asamblea Constituyente continúan en pie.

En realidad todo el archipiélago de centrismos no han sido actores menores en la estructura de competencia política peruana que arrancó alrededor del triunfo presidencial de Castillo-Cerrón-Boluarte en 2021. César Acuña, por ejemplo, desde el también centrista APP, se convirtió en garante del presidente chotano. Hoy lo sigue siendo con Boluarte. Lo mismo Luna Gálvez con Podemos. También "Los Niños" centristas de Acción Popular jugaron su partido garantista.

Lo que sí puede preverse es que habrá, al parecer, un boom del centrismo eleccionario y no solo en la capital. Descentralizadamente, esta corriente se instala como veleta de indefiniciones en los movimientos regionales. Hasta el partido de Nicanor Boluarte anunció que intentará representar a esta parte media del espectro político. El asunto es que se piensa que es un espacio impoluto, casi "angelical". No obstante, las acusaciones de corrupción y otros entreveros no solo apuntan a izquierdistas y derechistas, también a los de centro, algunos encarcelados, otros impunes, y que se han visto por todo el país en las últimas dos décadas. Y hay muchos de ellos en regiones, provincias y distritos, incluyendo el ámbito municipal.

No existe un solo "centro" entonces. Hay un archipiélago de grupos disputándose ese aparente "punto medio" que dice representar la "moderación" política que se "diferencia de los extremos". Ya empieza a asomar por ahí el entrevero del "centro radical". Esos son los eslóganes de hoy, los eslóganes del disforzado marketing político.

Lo cierto es que el centrismo peruano es responsable de gran parte de las diversas crisis políticas y las confrontaciones desatadas en las últimas dos décadas (incluyendo los entrampamientos económicos de un caprichoso anticrecimiento Estado-céntrico). Y uno de estos es el sector caviar vizcarrista que además operó vengativamente con fines polítizados contra sus antagonistas —como el caso Alan García— e infiltrando calculadamente instituciones públicas claves. Las impunidades selectivas como las de Nadine Heredia, Susana Villarán, Vizcarra, etc... han sido resultado de ese juego politizado.

En una entrevista (La República) muy comentada, el expremier de Vizcarra, Salvador del Solar, dijo que existe una "venganza contra la moderación del centro político". ¿Hubo moderación cuando dieron un golpe de Estado antiparlamentario con apoyo policíaco cerrando inconstitucionalmente el Congreso el 30 de setiembre de 2019?

Se suele argumentar que el Tribunal Constitucional declaró legal el acto en 2020, pero lo que no se dice es que esa institución estaba fuertemente sesgada e influenciada por cálculos políticos. Cuatro de los siete miembros habían sido designados durante el gobierno de Humala. La periodista Cecilia Valenzuela lo advirtió en su momento, refiriéndose al actuar del TC en el prolongado caso de "El Frontón". "Entre lo peor que hemos heredado los peruanos del gobierno de Humala-Heredia están los magistrados que impusieron en el Tribunal Constitucional", resaltaba Valenzuela (ver: "Ojito, ojitos con el TC". C. Valenzuela, 01/11/2017, El Comercio).

Era esperable, entonces, que esos mismos tribunos sesgados dieran también el espaldarazo político al vizcarrismo golpista y a su "interpretación fáctica" de la cuestión de confianza. En 2023, un nuevo Tribunal Constitucional declaró como un artificio inconstitucional dicha "denegación fáctica". La política, por tanto, no se determina solo por las normas interpretadas a conveniencia, ni por las instituciones politizadas que las "legitiman", sino por su dimensión de fondo en los juegos de poder real, tanto visibles como subterráneos.

No debe olvidarse, por cierto, cómo el vizcarrismo, sus operadores y aliados —incluidos los periodísticos— incubaron también un ambiente propicio de polarización que llevó finalmente a la presidencia a Castillo, en la práctica heredero político de Abimael, vía el Movadef. (¿Es casualidad, por ejemplo, que César Hildebrandt continúe insistiendo en la "reconciliación" de los peruanos con Sendero Luminoso?). Así votaron por Castillo sin ninguna cautela en 2021, presentándolo como el "mal menor". Los resultados de esa irresponsable acción se siguen viendo hoy en el desgobierno continuador de Dina Boluarte.

Hay que repetirlo: se hace un flaco favor al análisis político actual si se sigue obviando el rol determinante y específico que han tenido los sectores de centro, incluidos los caviares —ya como factores o variables ineludibles del análisis—, en el sistema de conflictos, en la insana competencia de signos autoritarios, en la política electoral y en la tensa pauta de poder nacional de los últimos años. Se verá más al respecto.

Existe el centro autoritario

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