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Evolución de los partidos políticos en el Perú

Fecha Publicación: 09/11/2022 - 23:10
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Omar Gonzales, en “La crisis de los partidos peruanos. Apuntes para una lectura socio-histórica”, a finales del siglo pasado, dejó constancia de la acelerada baja participación de los partidos políticos en las elecciones presidenciales, siendo cada vez menos su capacidad de alinear sus objetivos con las necesidades sociales.

La era de los partidos elitistas, con fuerte presencia de caudillos militares y civiles como Nicolás de Piérola, Andrés Avelino Cáceres, Augusto Durand, Manuel Pardo y Guillermo E. Billinghurst, fue la época del “militarismo”, desplazada por la “república aristocrática” o “club de los notables”, que eran organizaciones que mostraban una correspondencia entre el poder económico y el político. Fue un sistema político privatizado y restringido abierto sólo para los grandes contribuyentes y las élites educadas, conformadas por hacendados agroexportadores, financieros y los gamonales andinos; alianza que posibilitaba se sofocaran rebeliones campesinas, indígenas e insurrecciones de las élites regionales descontentas y marginadas. Es de resaltar que ya en estas épocas se hacían alianzas políticas para asegurar la mayoría parlamentaria para preservar el régimen oligárquico.

Entre 1919-1989, con el inicio de políticas populistas, desde el interior del país, sucediendo a la república aristocrática, se abren paso los partidos de masas, irrumpiendo el populismo de Leguía, el radicalismo aprista con un sustrato “cholo mestizo y popular”, y el Partido Comunista con una estructura política organizacional basada en una excluyente militancia de cuadros, pero acompañados de intelectuales y la clase media que reivindicaba derechos laborales.

Tras los gobiernos militares de Velasco y Morales Bermúdez, con fuerte descontento y convulsión social, conómica y política, surgió el terrorismo que impulsaron las olas migratorias del campo a la ciudad, sumado a la debacle económica del gobierno de Alan García, más la desestructuración del sistema de partidos instaurado por Fujimori, del cual no sólo no nos hemos recuperado, sino que empeoró.

Con el surgimiento de las nuevas tecnologías, la masificación y potencia de los medios de comunicación y la prensa escrita, y por no haber surgido nuevos brillantes pensadores, carismáticos desprendidos líderes políticos, como a los que seguíamos y queríamos ver frente a grandes escenarios escuchando vibrantes discursos emocionados. Ahora, además, gracias a la descentralización y la regionalización tenemos, en cada rincón del país, a delincuentes disfrazados de políticos, a los que no seguimos ni escuchamos, sino que nos fidelizan con gorritos, polos, chocolatadas y bailetones chicha.

Ya no importan más los discursos como los de Haya de la Torre, ni brillantes disertaciones analíticas como las de Mariátegui; ahora ganan elecciones limitados como Pedro Castillo; ganan los gobiernos regionales y alcaldías procesados y condenados penalmente, quienes pasan del gobierno regional a la alcaldía provincial o al Congreso, además de colocar a sus hijos, esposas y amantes en alcaldías vecinas. Entonces, el sistema de partidos en el Perú, lejos de mejorar, se ha pauperizado y se irá degradándose más; un ejemplo tangible es Antauro Humala.

Finamente, la decadencia de los partidos políticos en el Perú es por no tener idóneas élites académicas, políticas y económicas interesadas en el bienestar social; pero, fundamentalmente, porque no representan a la sociedad y son incapaces de incorporar nuevos valiosos liderazgos jóvenes.

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