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Evitando la tragedia de los anticomunes

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Fecha Publicación: 06/09/2024 - 21:20
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Después de que Garret Hardin nos presentara en 1968 el dilema de la “Tragedia de los Comunes”, donde describe el cruel destino de los recursos naturales compartidos debido a su sobreexplotación irracional, surge en 1998 un concepto que parece su reverso: la “Tragedia de los Anticomunes”, introducida por Michael Heller.
El concepto de los anticomunes fue incorporado al análisis económico del derecho en el artículo “The Tragedy of the Anticommons: Property in the Transition from Marx to Markets” (Heller, 1998). En su estudio, Heller observó que cuando múltiples personas poseen derechos de propiedad sobre un mismo recurso, este tiende a quedar subutilizado, lo que genera una ineficiencia económica significativa. En otras palabras, en lugar de facilitar el uso y disfrute del recurso, la complejidad en la toma de decisiones provoca su estancamiento y desaprovechamiento, perjudicando a todos los involucrados.
Esta antítesis se refiere específicamente a situaciones en las que varios propietarios tienen derechos de exclusión sobre un recurso, pero ninguno posee la autoridad absoluta para utilizarlo sin el consentimiento de los demás. Como resultado, se favorece a una minoría, y cualquier decisión sobre el uso del recurso debe ser adoptada por unanimidad o algo muy cercano a ella.
Aplicando este concepto al derecho, podemos observar la tragedia de los anticomunes en la regulación del uso del suelo o propiedad. Cuando múltiples personas son copropietarias de un bien inmueble, cada una tiene el poder de vetar su uso, incluso si el beneficio colectivo es evidente. Esta fragmentación del derecho puede llevar al abandono del bien, la obtención de pocos o nulos beneficios para los propietarios, tensiones emocionales entre ellos y los compradores interesados, demoras o aumentos en los costos de proyectos sobre el bien, y en última instancia, a la ineficiencia en el uso del recurso suelo.
En este sentido, años después, el mismo Heller profundizó en este tema en su obra The Gridlock Economy: How Too Much Ownership Wrecks Markets, Stops Innovation, and Costs Lives (Heller, 2008), donde detalla cómo la excesiva fragmentación de los derechos de propiedad puede frenar el crecimiento económico, tanto de los propietarios como de la región en su conjunto, afectando incluso el desarrollo urbano. En esta obra, además, propone soluciones para mitigar estas externalidades negativas.
Pero, ¿cómo podemos superar esta tragedia? La clave está en simplificar los derechos sobre los bienes, adoptando un enfoque que privilegie a propietarios razonables en la búsqueda del bien común, con el objetivo de que los recursos puedan ser utilizados de manera eficiente y equitativa. Sin embargo, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre la protección de los derechos individuales y el interés colectivo, evitando cualquier ejercicio abusivo o irracional del derecho.
Así, la tragedia de los anticomunes nos recuerda que, en el ámbito legal, “más” no siempre es “mejor”. Una excesiva fragmentación de los derechos de propiedad puede ser tan perjudicial como la falta de regulación. Encontrar el equilibrio adecuado es esencial para garantizar un uso eficiente y justo de los recursos, en beneficio de toda la sociedad.
Por ello, es fundamental evitar el desorden, las normas absurdas o complicadas que solo generan resultados negativos. No olvidemos el sabio dicho: “Muchas manos en un plato causan arrebato”.

*Abogado, docente universitario, consultor legal

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