Eternos caballos de Troya
Tal vez con una o dos excepciones, el liderazgo de valores en el Perú, encarnado en sus dirigentes políticos, económicos o sociales no se materializó nunca, porque el poder para ellos siempre ha sido una fruta en dulce para satisfacer sus apetitos personales sin llegar a encarnar jamás a la Nación Peruana, pluricultural, pluriétnica, informal y tremendamente discriminatoria. Jamás hubo líder que procurara recuperar la grandeza histórica de nuestros pueblos cuyo pasado fue la construcción de imperios con una organización social impecable en el respeto al orden y a la ética y hábil en el uso de tecnologías muy desarrolladas para su época.
El primer desafío para cualquier gobernante debió ser la eliminación de la frase que Pizarro pronunció en la Isla del Gallo, “vamos al Perú a ser ricos”, sin importar el costo social para obtener esa riqueza y sin identificarse con la nueva cultura porque el costo era la explotación y, tal vez, la extinción de ésta.
El segundo desafío tenía que propiciar el reencuentro humano y social de todas las culturas y etnias surgidas por el mestizaje y la inmigración desde el virreinato hasta la república con la nueva identidad nacional de peruanos.
Para esto había que sincerar la historia en las aulas educativas porque allí nos enseñaron a odiar a los españoles sin presentarnos un análisis de la intervención inglesa para destruir al imperio español en sus colonias, cuyo apoyo jamás fue gratis, de modo que el Perú como centro del poder español tenía que ser demolido y fragmentado desde el norte y sur del continente. De allí viene tal vez la eterna dependencia mental de caudillos y presidentes respecto de Chile, los derrotados iban a pedir ayuda y los que asumían el poder venían de allí hasta con tropas chilenas.
Durante la guerra del guano el objetivo chileno fue destruir toda la infraestructura vial e industrial peruana para que, como país, no pudiéramos levantarnos en cien años, pero, al parecer, con este nefasto y debilucho liderazgo que nos asfixia, siempre logran frustrar cualquier posibilidad de desarrollo que, por voluntad divina, se nos presenta periódicamente.
Nuestros “líderes” se entregan por migajas y terminan de “felipillos” ante intereses de los que tienen interés en paralizar nuestro desarrollo sabiendo que carecemos de políticas coherentes.
Nuestros expertos dicen que podemos duplicar nuestra producción de cobre y, sin embargo, por no establecer reglas claras y no contar con una fuerte institucionalidad, surgen conflictos por todos lados cuyo financiamiento se desconoce los que terminan por bloquear el camino del progreso.
Lo mismo está sucediendo con la agroexportación. Nos sabemos ganadores, pero aparecen los buscadores de tres pies al gato y comenzamos el autosabotaje.
Lo mismo está ocurriendo con el megapuerto de Chancay cuyos beneficios son gigantescos, tanto en el plano interno como externo, pero ya aparecieron los caballos de Troya.
En todo nos autobloqueamos y la corrupción generalizada hace el resto del trabajo autodestructivo.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.