Estos caviares son…
La actual crisis de violencia e inseguridad que padecen ciudades como Lima y Trujillo tiene en Carlos Basombrío, el niño bonito de los caviares, a uno de los responsables. Parece olvidar que fue ministro del Interior del gobierno Kuczynski. Y con el desparpajo propio de esa costra de expertos en todo y eficientes en nada, le carga el muerto al gobierno de Dina Boluarte.
¿Qué hizo el señorito Basombrío cuando fue ministro del Interior? Entre otras cosas, decir: “Un policía que mata a un delincuente se convierte en delincuente”. A alguien extorsionado, baleado o que ha perdido a un familiar por la delincuencia, ¿coincidirá con eso? ¿Cuál cree Basombrío que es la labor de un policía? ¿Masajear a los peligrosos con aceite de bebito?
Al delincuente hay que sacarlo de la calle. Y a las peligrosas narco-bandas de delincuentes colombianos, mexicanos y venezolanos, devolverlos a sus terruños. Lo hizo el expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton con la Mara Salvatrucha (MS-13) al enviarlos a El Salvador, sin informar al gobierno que llegarían miles de los más sanguinarios pandilleros, que aprendieron la comercialización de drogas, extorsión y el sicariato en las calles de Nueva York, en las zonas de Queens, Bronx y Harlem.
Urge denunciar el Pacto de San José para alejarnos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, y la cual inteligentemente Estados Unidos no integra, y librarnos de la burocracia de la OEA.
Es humillante estar bajo el ojo de una cofradía de ineptos comunistas, y que nuestro país deba sentarse en una mesa, por ejemplo, con una ínfima isla caribeña angloparlante como Trinidad y Tobago, cuya extensión total —sumando ambas islas— es de aproximadamente 5,128 km2, es decir, casi seis veces más chica que el departamento de Lima. Un paisito que no ha jugado ningún papel en la historia. Y a la hora de votar, tiene el mismo peso que el Perú.
Para quien no lo recuerda, y según lo dijo Bukele ante diputados argentinos, en 2011 El Salvador tenía setenta mil maras asesinando, extorsionando, robando y controlando la microcomercialización de drogas. Y la OEA, con el izquierdista chileno José Miguel Insulza a la cabeza, promovió un acuerdo del país con esas lacras. Y así, El Salvador se convirtió en el país más peligroso del globo.
En cuanto al paro y la marcha contra la inseguridad, terminaron siendo lo que sabíamos: una acción política desestabilizadora que, como es usual, al caer la tarde, los pacíficos terminaron violentos y atacando a la policía. Hasta donde se tiene información, el jueves hubo pro-senderistas y avezados delincuentes infiltrados.
Le toca a Boluarte poner mano dura, sin miedo, sacar a fuerzas combinadas en defensa de los peruanos de bien. Y quienes fueron ministros del Interior y descabezaron a la policía para colocar a elementos funcionales a los caviares no quieran dar cátedra, porque cuando se haga lo que se debe, defenderán a los criminales.
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