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Esto no es democracia

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Fecha Publicación: 01/03/2019 - 22:20
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La campaña para desprestigiar a uno de los tres poderes del Estado -el Parlamento Nacional- ha alcanzado cotas lindantes con el delito. Es evidente que una duología –como es nuestro Estado de Derecho, que engloba al Legislativo y al Ejecutivo en las labores de administración y control del gobierno del país- exacerba pasiones en uno y otro lado. Particularmente cuando el grupo que gestiona el Ejecutivo no es el mismo que opera la mayoría en el Congreso. Y esto último es lo que actualmente soportamos como permanente y corrosiva fuente de discrepancia –y de tensión- política en nuestra atribulada vida cotidiana como nación aún emergente.

En este orden de ideas, si el inquilino de la Casa de Pizarro carece de condiciones para desempeñarse como estadista –alguien que sepa gobernarnos con habilidad, inteligencia, prudencia y tolerancia, como desafortunadamente no ha sido el caso de Humala, Kuczynski ni Vizcarra- entonces la relación Ejecutivo-Legislativo se enerva, la gobernabilidad se resquebraja y, sobre todo, la democracia de descompone. No es poca cosa pues lo que viene ocurriéndonos. Sin duda alguna, la estabilidad del poder Ejecutivo es cada vez más precaria. El presidente Vizcarra, como antes ocurrió con su predecesor Kuczynski, administra el poder sin apoyo político-partidario alguno. Lo hace amparado en un hecho fáctico. Esto es, en la compra de línea periodística de los llamados grandes medios de comunicación, a base de regarles cientos de millones de soles cada año bajo la etiqueta “publicidad estatal”. Dinero que falta para tantas cosas –desde aprovisionar los hospitales públicos, equipar las escuelas estatales, remunerar bien a los policías, etc.- pero que estos tres gobernantes privilegiaron dilapidarlo para asegurarse las portadas y los pantallazos de unos consorcios mediáticos tan venales como aquellos a los que cebaba el fujimontesinismo entregándole billetes en crudo, en vez de disfrazarlo de avisaje estatal como hoy hacen los gobernantes “democráticos”.

En consecuencia en complicidad con una camarilla de asesores exógenos contratados con el dinero de los contribuyentes; aconsejados por una pandilla de progre-marxistas que han ocupado palacio; y respaldados por una prensa vil narcotizada por el poder, los tres últimos mandatarios que han gobernado el Perú se han dedicado a destruir la imagen del Congreso de la República. No hay día en el cual las portadas de aquella prensa farisea no destaque alguna información tendenciosa –generalmente producto de chismes politiqueros o fantaseos de un oficialismo incapaz de gobernar, pero ducho en el manipuleo de la desinformación- para socavar la institucionalidad del Parlamento peruano, a niveles de verdadera nausea. Y claro, como estos grupos periodísticos se deben a quien les paga las cuentas -vía multimillonarios contratos publicitarios- lo que hacen es reverberar durante el día la “noticia” difamadora del Congreso hasta hacerla empalmar con la siguiente información que debilitará nuevamente al poder Legislativo. ¿Resultado? La opinión pública acaba intoxicada por unos “escándalos” congresales que esta prensa se encarga de fabricar a partir de rumores. Coyuntura que los medios utilizan para contratar a unas encuestadoras falsarias que después emitirán sondeos tóxicos contrarios al Parlamento. ¿Esto acaso es democracia?