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Esto es un escándalo

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Fecha Publicación: 26/04/2024 - 21:20
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En la construcción de una nación con futuro, su andamiaje económico, no se sostiene por meras promesas políticas ni por caprichos de liderazgo. Requiere, en cambio, de una constante vigilancia, de una mirada perspicaz y de políticas públicas sólidas que resguarden su estabilidad. La no renovación de confianza a Carlos Oliva en la presidencia del Consejo Fiscal en Perú es más que un simple movimiento burocrático; es un indicio preocupante de la fragilidad de nuestra institucionalidad y una llamada de atención para quienes dirigen las riendas del país.
La falta de apoyo por parte del gobierno a esta institución autónoma es preocupante. En lugar de respaldar la labor del Consejo Fiscal, se opta por desestimar sus advertencias y desmantelar su liderazgo. Este desaire no solo pone en entredicho el compromiso con la transparencia y la buena gestión de los recursos públicos, sino que también envía una señal negativa a los agentes económicos, tanto nacionales como extranjeros, que observan con cautela la evolución de nuestra economía.
Coincidentemente se da la rebaja de la calificación crediticia por parte de S&P Global, la cual es un recordatorio contundente de las consecuencias que pueden acarrear la falta de cohesión y visión a largo plazo en nuestras políticas. Un congreso dividido y un gobierno con limitado capital político son ingredientes que minan la confianza de los inversionistas y ahuyentan las oportunidades de crecimiento. En un mundo donde la competencia por los flujos de capital es feroz, no podemos permitirnos el lujo de erosionar aún más nuestra credibilidad en los mercados internacionales.
Es evidente que el Consejo Fiscal, bajo la tutela de Oliva, desempeñaba un papel esencial en la salvaguarda de nuestra macroeconomía. Su independencia y rigor técnico le conferían la capacidad de actuar como un faro de advertencia, señalando los desvíos y excesos en el uso de los recursos públicos. En un momento en que la confianza de los inversionistas se tambalea y la calificación crediticia de Perú sufre un revés, prescindir de una figura de tal calibre equivale a debilitar los pilares mismos de nuestra estabilidad económica.
Los empresarios, como actores clave en la economía, levantan su voz ante este panorama incierto. La Cámara de Comercio de Lima ha expresado su preocupación por la salida de Oliva, reconociendo su valioso aporte en la preservación de la estabilidad fiscal. De igual manera diversos líderes han llenado las redes sociales exigiendo coherencia, transparencia y responsabilidad por parte de nuestros líderes políticos.
La salida de Carlos Oliva no puede ser vista como un mero episodio, sino como un síntoma de una enfermedad más profunda que aqueja a nuestra democracia. Se han atrevido sacarlo sin miramiento alguno. Hoy es Oliva, mañana en la mira puede estar Julio Velarde del BCRP. La falta de respeto a las instituciones y la ausencia de una visión estratégica para el desarrollo son males que deben ser enfrentados con coraje. No podemos permitirnos el lujo de ser espectadores pasivos en este crucial momento de nuestra historia. Es hora de actuar, es hora de defender lo que tanto nos ha costado construir.

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