Estados Unidos y el uso de la fuerza contra los cárteles de la droga Latinoamericanos
Ha corrido como la pólvora en nuestra región la noticia de la reciente firma de una orden ejecutiva del gobierno de los Estados Unidos que preside el republicano, Donald Trump, para usar la fuerza contra los cárteles de la droga en América Latina. No es una mala noticia si la miramos con profundidad y es una medida soberana por sobre todas las cosas, pues Washington puede decidir las acciones que crea conveniente para doblegar a la lacra del narcotráfico, a la que considera en la calificación de grupos terroristas, y sobre la que nadie podría estar en desacuerdo, pensando con la sensatez que corresponde y mirando la realidad en el globo; sin embargo, el detalle de la noticia se refiere a que el anunciado uso de la fuerza se hará efectivo en territorio extranjero y eso también me parece bien, pero sola y únicamente si dicho uso de la fuerza en territorio de otro país se realiza con su consentimiento. Imagino que esa debe ser la naturaleza de la medida de la Casa Blanca porque de otra manera se estaría produciendo una colusión a la soberanía del Estado, es decir, una medida de impacto al sistema westfaliano que consagró desde 1648 la soberanía absoluta del Estado. Quisiera recordar, entonces, que, en la comunidad internacional, las relaciones jurídicas entre los Estados son plenamente horizontales, es decir, son iguales, de conformidad con las reglas del derecho internacional, donde un Estado no es más que los otros desde las normas internacionales, por lo que la soberanía es el signo más visible del poder de los Estados en su carácter individual o unilateral. La denominada igualdad de los Estados significa que jurídicamente no hay Estados superiores y Estados inferiores, tampoco Estado poderosos y Estados vulnerables. Solamente son desiguales por el imperio del poder, pero el poder no es derecho, aunque muchas veces termina en sus pies. La igualdad jurídica, por tanto, es una completa garantía en las relaciones entre los referidos sujetos del derecho internacional por excelencia. Será, entonces, difícil creer que Estados Unidos, que es el hegemon del mundo, pudiera valerse de su poder político, económico y militar para imponer reglas o conductas jurídicas a los Estados de la comunidad internacional, sin el consentimiento jurídico de éstos.
Excanciller del Perú e Internacionalista
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