Estados Unidos al tercer año del asalto al Capitolio

El pasado sábado 6 de enero se cumplieron 3 años del fatídico episodio en el Capitolio, sede del Congreso de los Estados Unidos de América, construido entre 1793 y 1800, que concitó la atención internacional por el asalto de sus instalaciones por una horda de los supremacistas incitados por el expresidente Donald Trump, y que por el trágico cuadro que todo el planeta vio –murieron 5 personas–, puso por el suelo a su reputada democracia que fuera plataforma del denominado orgullo americano en sus 247 años de vida como Estado independiente al constituir su destino por sí mismo en 1776, una vez arrancadas de su dependencia de Inglaterra las entonces Trece Colonias que fueran la base política y social del país. En efecto, las fotos de los trogloditas blancos por los pasillos principales del poder legislativo estadounidense crearon la idea frustrante del imperio de la anarquía y el desgobierno en el país más poderoso de la Tierra, volviendo realidad muchas películas de ciencia y ficción que las presagiaban. Parecía que las brillantes producciones doctrinarias sobre democracia e institucionalidad en sus prestigiosas universidades encumbradas en el planeta, como Harvard, incuestionable recinto con autoridad intelectual, volviéndose entre las mayores vitrinas de la política y la academia internacionales, a las que cualquier estudioso en el mundo quisiera aspirar hallarse sentado en sus aulas, se había convertido en la nada, en el vacío, porque mirar con asombro el referido asalto, se traía abajo, las montañas de sus bibliotecas sobre el mejor gobierno y la democracia. Desde aquel 6 de enero el Capitolio no ha dejado de ser un espacio vulnerable y blanco político contra y a favor de Donald Trump.

La secuela de este magro episodio ha sido la polarización nunca antes vista en el país, y considerando que este año es esencialmente electoral, las pasiones políticas por ganar la presidencia del país, parecieran no asegurar un proceso de elecciones con la normalidad reclamada, si consideramos que Donald Trump, a pesar de las imputaciones de las que es objeto, todo parece indicar que podría alzarse como un serio candidato a volver por otros 4 años a la Casa Blanca. El imaginario nacional en los Estados Unidos de América y por supuesto que, a nivel mundial sobre el Congreso estadounidense, no es el mejor. Hay un desencantamiento interno e internacional, respecto de la conducta cívica en este país, que, por cierto, todo el tiempo imponía su pulcra moral nacional histórica de respeto por la democracia asintiendo sin inmutarse por lo que diga la mayoría. Está claro que los demócratas y los republicanos asolapados que no quieren a Trump, esperan que el expresidente sea marginado de la contienda electoral, pero esa posibilidad, la veo realmente difícil. A pesar de todo lo acontecido y sin excusar para nada al magnate neoyorquino, Trump es favorito y cuánto más se aferren sus enemigos por sacarlo del camino hacia el retorno a la presidencia, más empoderado quedará. Hallándonos en enero de 2024, todavía será difícil medir el impacto del complejo episodio en el Capitolio.

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