Estabilidad y no vacancia
No necesitamos congresistas activistas buscando el estrellato ni aspirantes a lanzar el hit de la próxima campaña presidencial. El Perú tiene suficiente con los comunistas que toman las calles, haciéndose pasar por víctimas de la inseguridad y la creciente criminalidad, algo que es pan de cada día en todos los barrios de Lima, así como en las capitales y ciudades importantes de la región. En Santiago de Chile, la criminalidad ha escalado a pasos agigantados; en Guayaquil han aparecido cabezas colgadas en los puentes. Todo es parte del narcochavismo, con la ayuda de operadores del G2, el servicio de inteligencia cubano, uno de los más sofisticados del planeta.
Jaime Tito, de las huestes del cubanófilo Vladimir Cerrón, anunció un pedido de vacancia presidencial. Frente a esto, Patricia Juárez respondió serenamente y argumentó, entre otros puntos, que estamos a puertas de ser anfitriones del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y que “vamos a inaugurar el puerto de Chancay, inaugurar obras. En vez de generar incertidumbre, debemos propiciar estabilidad en nuestro país, lo cual atraerá inversión y generará empleo”. Voces reflexivas y lúcidas como la de Juárez son las que nuestro Perú necesita.
Pero la presidenta Boluarte tiene que hacer lo suyo, y lo primero es reorganizar —ya, ya, ya— el gabinete ministerial con personas de peso, con maña política (viejos lobos, como les dicen los jóvenes) y no con quienes solo le dan una seguridad que bien podría buscar en el diván de un psiquiatra, en un chamán o en un hipnotizador. Boluarte necesita comprometerse a conformar un Gabinete de Transición Democrática de Ancha Base y sentarse a dialogar con la oposición y el Congreso, además de evitar actitudes de soberbia (señal de baja autoestima) con los periodistas o con cualquier persona. Parece no entender que enfrenta al crimen internacional —y eso es un asunto político—, organizaciones tan brutales que el estado de Texas (¿se ha enterado, señora Embajadora de los Estados Unidos?) ha declarado al Tren de Aragua como organización terrorista.
El solo pedido de vacancia generaría más inestabilidad y crispación, incrementando la incertidumbre política y económica. La mera proximidad del proceso electoral crea un clima de competencia y polarización, por lo que una medida como la del comunista Jaime Tito solo aumentaría el riesgo de conflictos entre los diversos sectores sociales. Lejos de acuerdos, habrá más desacuerdos; justamente lo que buscan los narcochavistas y sus titiriteros cubanos.
La sola mención de intentos de destitución presidencial (díganle al señor Salhuana, que anda de intrigante en el Congreso) mina la confianza en el sistema político y en las instituciones democráticas, es decir, del propio Congreso. Debilitar a las instituciones y generar caos político con un pedido de vacancia facilita que el crimen organizado penetre sectores clave como el sistema judicial y las fuerzas de seguridad, corrompiéndolos. Esto se traduce en mayor impunidad y en el posible establecimiento de estructuras de “gobierno paralelo”.
Estos son los momentos en los que se conoce quién tiene madera de estadista y quién de pájaro frutero.
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