EsSalud en la mira
Soy hermana, cuñada de médico y tengo amigos entrañables, casi hermanos, de esa noble profesión. Preguntados mis padres sobre cuál de sus hijos debió dedicar más horas al estudio y prácticas durante su formación universitaria, teniendo en casa periodista, abogada y tres ingenieros —zootecnista, civil y forestal—, la respuesta inmediata fue: el que estudió Medicina.
He sido y soy, además, paciente de serias intervenciones quirúrgicas y tratamientos médicos, gracias a la Vida, sin menoscabo de ninguna función o capacidad para una existencia personal y laboral común y suficiente.
Digo esto porque nada de lo que señalaré a continuación puede interpretarse como antagónico a una profesión que valoro como ninguna otra y que se extiende a todo el personal de la Salud. Desde hace varios años, advierto cierto ánimo de confundir y mezclar instituciones como EsSalud, antes IPSS, con el sistema de salud a cargo del Estado, olvidando que aquel no es un ente estatal, aun cuando por su magnitud financiera y prestacional deba estar sujeto (porque así se ha considerado necesario y mientras por ley no se decida una alternativa distinta) a normas aplicables a organismos claramente estatales.
EsSalud es financiado con los aportes de sus asegurados y los aportes que corresponden a los empleadores, sean estos del sector privado como del sector público. Su máximo órgano colectivo de gobierno tiene una composición que representa a esos tres estamentos, si bien su órgano ejecutivo es designado por el Estado. Su misión está centrada en servir a sus asegurados.
Sin embargo, ocurren permanentemente iniciativas para que EsSalud amplíe su cobertura a sectores de la población que tendrían que ser atendidos, con similar eficacia y respeto a la dignidad de todo ser humano, por el sistema público de salud; incluso se le obliga a recibir aportaciones menores a las ordinarias, que implican una subvención que tendría que ser cubierta por el Estado y no así por la institución.
Durante la penosa (y sin duda pasible de castigo para la cúpula del gobierno nacional) epidemia del COVID, se exigió a EsSalud un rol que iba más allá de la atención a sus asegurados y que buscaba cubrir las deficiencias y hasta corrupción —de absoluta perversidad— del sistema de salud estatal.
Junto a estas amenazas que considero externas, advierto una interna en EsSalud y que no pierdo la esperanza sea solucionada pronto. Me refiero a la innecesaria profusión de organizaciones sindicales al interior de la institución, que sin duda ocupan tiempo y energía de su administración, en detrimento del servicio que deben a sus asegurados.
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