España y Adolfo Suárez, su estadista
Hoy, 25 de septiembre, se cumplen 92 años del nacimiento de Adolfo Suárez González (1933-2014), notable político español que fue designado por el rey Juan Carlos I como presidente del gobierno en 1976 –había fallecido Francisco Franco el año anterior, luego de gobernar España desde 1936, y el camino para la monarquía constitucional comenzaba a allanarse–. Tras elecciones a las que se sometió 11 meses después, ganó la presidencia, que ejerció hasta 1981, cuando dimitió al cargo, siendo el primero en ocupar esa alta posición en España. El tamaño de su serenidad política fue confirmado con el intento de golpe de Estado en España (23 de febrero de 1981), encabezado por el teniente coronel Antonio Tejero, quien, junto con la Guardia Civil, asaltó el Congreso de los Diputados en el momento en que Leopoldo Calvo-Sotelo, luego sucesor de Suárez, estaba a punto de ser nombrado primer ministro del gobierno.
Suárez, que se había convertido en el hombre clave que llevaría a España en el cauteloso proceso de transición hacia una verdadera democracia, ese día del asalto estuvo más sereno que nunca. Ya se había convertido en el estadista que supo consensuar con las fuerzas políticas, todavía escindidas por el duro impacto que dejó el franquismo en sus casi cuarenta años de poder, y en su deseo de afirmar la democracia española. El terrorismo y la aguda crisis económica fueron sus mayores enemigos, intentando impedir su labor. La actitud de Tejero y sus compinches parecía ser la resistencia para aceptar el destino democrático de España.
Suárez fue clave, no solo para España, que por su gesta en los años 80 se convertiría en un país de progresivo desarrollo con liderazgo evidente en el marco de la Unión Europea, sino también para América Latina, y especialmente para nuestro país, que por esa época la pasaba muy mal. Su inmutable actitud ante la balacera desatada en el hemiciclo de los diputados no lo hizo amilanarse, y ese momento fue la derrota del iluso Tejero. El valiente Suárez, heredero de la tradición jurídica salmantina –abogado y doctor en Derecho–, es recordado como el hombre del consenso y de la transición, pero además, como un hidalgo y realista frente a momentos difíciles como el de aquel 23F, que solo confirmó el tamaño de su equilibrio, aceptando luego alejarse del cargo en 1981.
No solo fue una enorme lección para saber retirarse priorizando los intereses del país antes que los propios, sino que también dejó la vara muy alta para sus sucesores. Ni por asomo llegó a igualarlo José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), quien, tirando por tierra toda la reputación de un expresidente del gobierno español, se ha juntado con Nicolás Maduro, el dictador venezolano, a quien defiende sin ningún ápice de pudor político.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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