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España: el catolicismo se desmorona

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Fecha Publicación: 19/08/2025 - 22:30
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Manuel Azaña, presidente de la Segunda República Española que gobernó dicho país entre 1936 y 1939, dijo en el Congreso el 14 de octubre de 1931 su famosa frase: “España ha dejado de ser católica”, que algunos han atribuido a esa definición de los españoles como “hombres de pasión” de Salvador de Madariaga.
Lo increíble de esa frase es su actualidad. Casi un siglo después y según cifras del Observatorio Demográfico del Centro CEU “Demografía de la Iglesia Católica”, solo” el 18,7% de los españoles se declara católico practicante. Según Religión Digital, el más importante portal especializado en el tema, en el 2023, 8,2 millones de personas asistieron a misa con regularidad, cuando hace medio siglo más del 70% de los adultos lo hacía.
Según las cifras del Centro, el porcentaje de bebés bautizados y niños que hacen la Primera Comunión ha caído por debajo del 50%, y la tendencia sigue a la baja; y las bodas religiosas han disminuido de forma tal que, en el 2023, hubo más de cuatro matrimonios civiles por cada uno religioso. De su lado, en ese mismo año había 15.285 sacerdotes en España, un 40% menos que en 1971, a pesar de que la población nacional se ha duplicado desde entonces. La edad media del clero- según el informe- es ahora de 66 años frente a los 35 en 1960. En 1965 había más de 8.000 seminaristas mayores y hoy son 950.
El fenómeno es muy complejo y con explicaciones universales y locales que apenas si se pueden esbozar. Pero me sorprende que lo que la barbarie de la quema de conventos e iglesias de hace casi un siglo no pudo conseguir sino que avivó, lo esté logrando la secularidad, el laicismo, el relativismo moral y social.
Por ello decíamos, en su momento, que el papa León XIV enfrenta un momento crucial en la Iglesia Católica. ¿Debe ella volver a sus fuentes primigenias, a sus ritos, a sus apóstoles y a sus mártires cerrándose en sí misma y su legado milenario para seguir siendo una auténtica alternativa de fe? ¿O debe modernizarse ante los impensables avances de la tecnología y los desafíos que se les presentan a las gentes y a los pueblos para seguir creyendo en sus mensajes?
Creo, particularmente, que en las familias se juega el destino de la iglesia y de la fe. Si se mantiene unida y vigorizada en sus valores inmemoriales, en sus valores y enseñanzas de generación en generación, habrá un sentido y una trascendencia para la vida social y un eje al cual asirse y referirse en cualquier crisis de identidad. Si no, el hedonismo y el relativismo moral destruirán a la corta o a la larga, todos sus símbolos.
¿Qué sucederá después? Tal vez ya sucedió, tal vez esté sucediendo…

Jorge.alania@gmail.com

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