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“¡España, apártanos de este cáliz!”

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Fecha Publicación: 28/06/2025 - 22:10
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Las noticias desde España reflejan claroscuros en su realidad actual. Por un lado, la macroeconomía anda regular comparándola con sus pares de la Unión Europea y, no obstante, en lo político es otro cantar debido a múltiples casos de corrupción que socavan la institucionalidad democrática y perforan la estructura social.
La situación ha derivado en una polarización tal que ha fracturado a la sociedad española en bloques irreconciliables, fundamentalmente entre conservadores (PP, Vox) y progresistas y concomitantes.
Es que las numerosas imputaciones por corrupción vinculadas al longevo Partido Socialista Obrero Español (PSOE), predominante en la historia de España en más de 100 años, lo sitúan en complicada coyuntura. Aún más si tomamos nota del factor personal. Desde 2017, su secretario general, Pedro Sánchez, es también presidente del Gobierno de España (desde 2018). Con tal poderío institucional y político, era fácil conjeturar que el horror o error humano estamparían huella en cualquier momento en el ejercicio de su gobernanza y en el manejo del partido. Es lo que ocurre.
El hecho es grave. Gente de su contorno más cercano en gestión partidaria, los dos últimos secretarios de Organización del PSOE, José Luis Ábalos y el exdiputado Santos Cerdán, están involucrados directamente en el Caso Koldo, que se destapó en 2024. Las investigaciones implicaron la detención de casi una veintena de personas y de un asesor político vinculado a Ábalos y al partido, Koldo García, eje central de la trama corrupta y acusado de tráfico de influencias, cohecho y blanqueo de capitales. En la línea del tiempo, la detención de Koldo arrastró la renuncia de Ábalos y de Cerdán.
Sin embargo, el presidente del Gobierno no hizo nada más, miró para otro lado, hasta que la UCO (Unidad Central Operativa) de la Guardia Civil hizo público el demoledor informe que implicaba a Ábalos y a Cerdán. El PSOE sabía de la vida escandalosa de Ábalos y que las acusaciones apuntaban a la concesión de contratos millonarios por compras de mascarillas y construcción de obras públicas. Frente a todo esto, las respuestas de Sánchez eran siempre evasivas: “No sabía nada. No conozco”.
Ahora corresponde esperar los resultados de la judicatura española. Sin embargo, el caso desprende una lección: que la concentración del poder partidario vulnera los intereses de un país y de las instituciones democráticas. Al querer controlarlo todo, no hay instancias deliberativas y el líder se convierte en rehén de sus propios demonios y de un pequeño grupúsculo de amigos que alimentan su ego más que de información relevante.
Una semejante situación en Perú traería consecuencias funestas. Por ello, no es prudente que en Acción Popular se practique ese modo de hacer política, que mediante un pequeño grupo de 79 delegados elijan a los candidatos a presidente de la República, senadores y diputados. Pese a que todo está aprobado por mayoría absoluta, aún hay tiempo suficiente para reflexionar y retornar a nuestra sagrada identidad, es decir, a la tradición electoral acciopopulista: la modalidad de un militante, un voto.
¡España, apártanos de este cáliz!
Exsenador de la República

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