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Es la incultura, estúpido

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Fecha Publicación: 26/04/2019 - 22:10
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A partir de los años ochenta del siglo pasado la idiosincrasia del peruano ha venido decayendo en proporción directa al avance del mundo camino hacia la edad del conocimiento. Y con mayor vehemencia en las dos primeras décadas de este tercer milenio. Esa pérdida de valor educativo se expresa con mayor sensibilidad en lo que atañe a la cultura cívica. En otras palabras los peruanos hemos involucionado en vez de avanzar, adoptando una tendencia a la ignorancia en materia de civismo, así como una afición a la barbarie en lo que compete al fomento de la incultura. Por donde se les mire las generaciones nacidas desde el último cuarto de siglo pasado exhiben una incivilidad realmente alarmante. Sumada a una intoxicante mediocridad educativa. Es decir, una fórmula perniciosa que nos conduce a pasos agigantados al salvajismo, mientas las naciones adonde rige una mejor calidad de vida –Noruega, Finlandia, Suecia, Singapur, o Japón- avanzan en sentido proactivo retroalimentadas por una excelencia educativa de cultura general, unida a un vigoroso sentimiento de civismo y respeto a las leyes. El polo opuesto a nuestra lamentable realidad.

Esta situación límite no hace otra cosa que confirmar el fracaso absoluto de la política educativa peruana, dirigida precisamente por el socialismo caviar desde los años 80. La abolición de cursos fundamentales como Educación Cívica o Formación Social, y la implantación de un infame currículo escolar; sumado a la politización e ideologización del trámite educativo -endosándole aspectos cruciales de la formación pedagógica del alumno a unos maestros doctrinariamente preparados por el Sutep que conduce Patria Roja- han abierto paso a un Frankenstein educativo originario de esta cultura chicha responsable de la informalidad que campea en nuestro país. Informalidad que es la madre de todas nuestras taras. Desde el irrespeto a la legalidad, la delincuencia descontrolada, las invasiones universalizadas, las tomas de carreteras, el desastroso tránsito en nuestras calles, la inmundicia como divisa, la vulgaridad como orgullo, etc.

Pero en vez de reconocer el fracaso de eso que llaman “política educativa” -colocando a gente aséptica, política e ideológicamente hablando, para armar un currículo escolar educativo acorde con el tremendamente competitivo mundo postmoderno- a partir del régimen Humala el pavoneado exministro Jaime Saavedra y sus infelices sucesores en el sector dispusieron que el ministerio de Educación imponga en las escuelas la “ideología de género”. Una trampa más de los zurdos para disfrazar de igualdad -entre hombres y mujeres- al aborto libre, a la promiscuidad sexual, al matrimonio gay, a la adopción de hijos por padres o madres de un mismo sexo, a la enseñanza y fomento de aberraciones sexuales burdelescas entre niños a partir de los 12 años, etc. En concreto, por culpa de gente como Jaime Saavedra, Marilú Martens, Daniel Alfaro –y, hasta ahora, Flor Pablo Medina- este país no solo ha producido sendas generaciones incivilizadas e incultas, sino además ciudadanos cargados de deformaciones mentales que atentan contra el origen mismo de nuestra especie.

¿Algún día nos gobernará un estadista que comprenda que esta política educacional nos conduce directamente al desastre?

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